El equipo de gobierno tiene un Plan

Sanlúcar Digital.-Ya son algunos meses desde que el equipo de gobierno puso en marcha el Plan Quita multas para solucionar , entre tantas cosas más, la falta de memoria de la inmensa mayoría de los motoristas a la hora de ponerse el reglamentario y obligado casco para poner a buen recaudo  su seguridad, y es que las administraciones públicas tienen la obligación de vigilar el cumplimiento de sus leyes u ordenanzas, todo sea por la salud y felicidad de sus administrados, inconscientes unos, irresponsables otros, cuando no distraídos o incívicos, en esto de los cascos o cualquier otra imposición que tenga que ver con la salvaguarda del derecho de los demás ciudadanos.

Podríamos pensar que si un ciudadano, a caballo de cualquier motocicleta de mayor o menor cilindrada, decide romperse la cabeza, es cosa suya, pero sin embargo eso nos afecta en la misma manera que podría hacerlo el robo o destrucción del mobiliario urbano, ya que los dineros para arreglarle la cabeza al inadaptado ciudadano, que desprecia el más minimo principio de seguridad en un vehículo de dos ruedas,  salen exclusivamente del bolsillo de todos los contribuyentes.

El Plan quita multas, tuvo algunos detractores, aunque finalmente la oposición reconoció la validez de la medida tomada por este equipo de gobierno.

Cuando se tiene la oportunidad de conocer otras ciudades de Andalucía o más allá del desfiladero de Despeñaperros, se observa igualmente las mismas infracciones de tráfico que en Sanlúcar, aunque cuantitativamente menor, por eso, calificar a Sanlúcar como ciudad sin ley no está muy lejos de la realidad de nuestra ciudad, o al menos lo era, en lo que al uso de los cascos se refiere, antes del llamado Plan quita multas.

Al principio de la entrada en vigor de este Plan, era raro ver por Sanlúcar a un motorista con casco, mientras hoy la rara avis es quien no lo lleva. En muy poco tiempo se han conseguido objetivos importantes gracias a la disuasión "económica", al sustituir las sanciones por formación y trabajos en beneficio de la sociedad con la llamada Ordenanza Municipal de Resocialización o Plan Quitamultas.

El camino es todavía largo pero el comienzo es cuanto menos esperanzador.

Si el sistema funciona, y parece que funciona bien, la administración debería considerar perseguir las infracciones medioambientales de la misma forma que con los infractores de las normas de tráfico.

Así, convertir a Sanlúcar en una ciudad donde los ciudadanos no sufran las consecuencias de los cafres que fin de semana tras fin de semana convierten la ciudad en una discoteca ambulante, la chulería de imberbes y sus padres circulando con sus motos por las aceras, atravesando la Calzada u otra vía pública, el despotismo seudo cofrade con sus sonoras manifestaciones quemando pólvora por cualquier asunto nimio o no, cuando quieren y donde quieren, el manifiesto desafío a las ordenanzas medio ambientales municipales de empresas particulares como la que gestiona el campo de golf de Martín Miguel, que en beneficio de unos cuantos que comienzan su deporte preferido despiertan a toda una urbanización con atronadoras salvas, el desprecio, el abuso del claxon sin ninguna necesidad que lo justifique, el ruido y el ejercicio de botellonas que imposibilitan el derecho al descanso de muchísimos sanluqueños, el control acústico de salones de bodas clandestinos e ilegales esparcidos por toda la ciudad, así como de chiringuitos y bares en periodo estival, y un largo etcétera.

La persecución de todos estos infractores y el cumplimiento de estas ordenanzas son armas necesarias para conseguir una Sanlúcar más humana y respetuosa con los derechos de todos a vivir mejor, porque además se tienen los instrumentos políticos necesarios para conseguirlo; sólo hay que aplicarlos al igual que con el Plan quita multas.

Sanlúcar, no sólo sería la ciudad del Guadalquivir, de los langostinos, la Puerta de Doñana  y de la manzanilla, entre otras maravillas creadas con nuestro esfuerzo, el de nuestros ancestros y la naturaleza, sino un lugar en el que algunos políticos decididos consiguieron concienciar a sus ciudadanos para cambiar la fisonomía humana de una ciudad que ya lleva demasiado tiempo anclada en el pasado de la intolerancia cívica, porque aquí, ya sabemos, cada uno hace lo que le sale de .... sus reales e íntimos y pudorosos anatómicos rincones,.... mientras su economía no se vea resentida por las mismas, reales y públicas decisiones políticas que se lo impida.