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25 de Diciembre de 2007
NOCHE DE PAZ, NOCHE DE TERROR 

Por fin es  Navidad. Después de la nochebuena, hoy, los sanluqueños al igual que la mayoría de los españoles, disfrutan de un día más de vacaciones mientras sus hígados van adaptándose al biorritmo matutino después de las opíparas cenas regadas con los caldos habituales en cada región y el común denominador, al igual que la noche vieja, del cava catalán, que afortunadamente para ellos y la economía española logró superar el boicot de los fundamentalistas españoles que aun piensan que España es una y no cincuenta y una.Haberlos haylos y cada día más. Pero esta no es una crónica en clave política, sino cívica, y en eso los catalanes o en cualquier otra región nos pueden dar sopa con onda a los andaluces...bueno a algunos andaluces en un porcentaje muy superior a lo que sería la media nacional asumible para estas cosas de la etiqueta, el buen gusto, respeto cívico y convivencia.

Son estas fechas sin duda una de las más religiosas del calendario cristiano en todo el mundo, que celebra el nacimiento del Redentor y que cada cual lo hace con cánones más o menos tradicionales, además de los aprendidos con las machaconas campañas de marketing de grandes almacenes y las invasiones del mundo anglosajón.

Hete aquí, que el recogimiento que solían ser aquellas Navidades, de tortas de manteca y pestiños hechos a la lumbre de un horno de leña o transportadas a las distintas panaderías sanluqueñas, han cambiado.Aquellas Navidades de panderetas con villancicos populares cantados en casa, algunos polvorones y copita de anís, han dado paso a las navidades consumistas que ya conocemos, por mucho espíritu navideño que queramos añadirle. Una pizca de azúcar a nuestras conciencias para no olvidarnos, aunque solo sea una vez al año, de los necesitados. Ilusoria contradicción con nuestro tren de vida, que no crea las endorfinas necesarias en nuestro cerebro, para seguir ejercitándola ( la Navidad)  durante todo el año. En román paladino: hipocresía.

Por si fuera poco todo este despropósito y como expresión " urbi et orbi " hemos aprendido la fea costumbre de celebrar estas fiestas con mucho más ruido para el  que la evolución nos preparó, sin considerar, y ya entramos en el civismo- a los que celebran las fiestas en paz y con los decibelios necesarios para que no traspasen el umbral de sus puertas.

Miles de cohetes, petardos y otros artilugios pirotécnicos se lanzaron ayer en esta ciudad. De día y de noche el estruendo continuado de estos artefactos desquiciaron y perjudicaron seriamente la salud síquica de muchas personas que si respetaron las mínimas normas de convivencia que se prevé en estos casos.  ¿Cómo pueden manos inexpertas utilizar tanta pólvora y molestar a tantos convecinos?. ¿Es esta la manera de celebrar la Natividad del Señor?.

¿Por qué se venden estos artilugios pirotécnicos si su venta está prohibida?.

Sin duda la negligencia de los políticos y las fuerzas del orden que solo actúan de oficio para poner multas de tráfico, son los responsables de esta locura de una nochebuena de explosivos, al mejor estilo iraqui o libanés, solo que sin muertos. Hasta ahora.

Todos estos descerebrados solo esperan estas fiestas para utilizar la patente de corso que gratuitamente reciben de las autoridades para convertir una nochebuena en una pesadilla de sobresaltos y aullidos caninos por doquier, cuando bien pudieran hacerlos explotar en otras profundas y oscuras oquedades propias y no ajenas.

Dentro de una semana esta barbarie se repetirá en fin de año.No es que uno esté en contra de unos bonitos fuegos articiales para celebrar la entrada del  año, pero de ahí a estar las veinticuatro horas haciendo el bárbaro, es muestra más que suficiente para no recomendarle a nadie que visite esta ciudad en estos días  y así  no sentir la vergüenza ajena de haber nacido en este rincón atlántico.

Una ciudad que en eso y en muchas cosas, más allá de las bucólicas imágenes de playas y carreras de caballos asi como grandielocuentes declacaraciones de políticos demagogos, está más al sur del sur, que también es un agravio comparativo, que a lo mejor esos desgraciados que no tienen nada para celebrarlo, no estarán dispuestos a  aceptar, pero el que subscribe si al denunciarlo, porque Sanlúcar de Barrameda no solo es sinónimo de buena manzanilla, mejores langostinos, bonitas carreras de caballos a orillas del Guadalquivir y preciosas alfombras en el día de su patrona. Por si fuera poco en recientes y afamadas urbanizaciones, pijos y nuevos ricos empeñados en meter pelotitas en pequeños hoyos rodeados del mejor césped inglés, comienzan sus competiciones con una gran “mascletá” a las 9 de la mañana de un sábado o a las cuatro de la tarde de Agosto, que eso les importa poco a ellos,  a la organización o a la misma Junta de Compensación que en teoría debería defender los intereses de todos los vecinos y no sólo con panfletos para aconsejar como sacar de paseo a  los canes o patrocinar una “zambombá” para cuatro. Un ente sin duda tan costoso como inútil.

Sanlúcar es también, sinónimo de calles sucias, jardines escasos o inexistentes, malas infraestructuras, narcotráfico, corrupción institucional, inseguridad ciudadana, paro y marginación, desastre ecológico y ruido, mucho ruido. Antes durante y después de Navidad. La agenda 21 papel mojado por falta de medios y decisión, sobre todo en lo que no es políticamente rentable a la hora de contar votos, como lo es la “nimiedad” del ruido que dejan sin dormir muchas noches a demasiados ciudadanos “quejicas” que pierden el tiempo haciendo denuncias al Excmo. Ayuntamiento para acabar en las papeleras que ni siquiera son de reciclaje y menos aun tener la decencia de contestar a sus demandas o reclamaciones.

Ahora lo importante es hacerse la foto en desayunos, comidas, belenes, partiditos de fútbol , organizaciones benéficas y otras, además de repetir hasta la saciedad " ......este equipo de gobierno....". Sanlúcar me tiene el corazón “partio”, pero no estoy dispuesto  renunciar a su cura aunque sea con esta pequeña denuncia pública en este medio, ni renuncio a hacer otras en el futuro en la Delegación de medio ambiente, aun a sabiendas de cual será su destino final.

 
 
 
 

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