Los últimos ataques a los que ha sido sometida la Corona de España y por ende su jefe de Estado han aguzado las mentes de los responsables de la casa real para dar brillo una vez más a esa corona
.Los desvaríos de la COPE y sus mercenarios, las vergonzosas pretensiones de Esperanza Aguirre al Rey para “comprender” al incendiario que pide su abdicación un día si y otro no, la quema de sus fotos en Cataluña y la campaña de desprestigio por parte de algún senador del PNV, han sido más que suficiente para que a una acción le corresponda una reacción. Dicho y hecho.
La visita de los monarcas a Ceuta y Melilla, ha molestado muchísimo a nuestros vecinos que solo ven en las dos ciudades autónomas un contencioso territorial al que solo se pondrán fin con el comienzo de negociaciones entre los dos reinos ribereños atlántico-mediterráneos.
Los melillenses y ceutíes –como no podía ser de otra forma- han quedado encantados de la visita real, pues de forma contundente se le ha enviado un mensaje muy claro a Mohamed VI: Ceuta y Melilla son españolas. Con estas visitas los Reyes y la monarquía han ganado enteros en el pueblo español y su popularidad ha subido como la espuma.
Para afianzar mas si cabe esa popularidad, consciente o no, el Rey manda callar a otro Jefe de Estado de una nación soberana en una cumbre internacional.
La diplomacia ha sido dinamitada con una aptitud poco respetuosa del Rey que se puso a la altura del polémico presidente venezolano Chávez y entró al trapo de sus irreverentes e irrespetuosas palabras en contra de los empresarios españoles y del ex presidente Aznar.
Zapatero tuvo que capear lo mejor que pudo el temporal de manera respetuosa y diplomática. Puede que no le dé más votos pero hizo su trabajo bien, al igual que la diplomacia española en general en el conflicto del Chad y los pilotos y azafatas españoles. El mismo ex presidente del Gobierno José María Aznar, ha agradecido su defensa en el foro iberoamericano celebrado en Chile.
La popularidad del Rey se ha disparado, y seguramente entraba en los cálculos de sus asesores, pero la imagen fuera de España es otra. Teniendo en cuenta el lugar y los países de dicha cumbre, el Rey con su intervención, ha sembrado serias dudas del respeto que se les debe a todos los países hermanos de América y sus representantes políticos y ven en su aptitud, un comportamiento neocolonial al menoscabar y hacer callar a un presidente o jefe de estado latinoamericano.
El Rey ,dirán muchos, también es humano, pero los intereses de España están por encima de la irascibilidad de un monarca que no supo, no pudo o no quiso controlar sus emociones ante un charlatán populista. El refulgente brillo de la testa regia revalida su luz en España pero la opacidad que ha extendido allende nuestras fronteras, puede ser un serio hándicap en nuestras relaciones internacionales con nuestros hermanos hispanos parlantes.
