Usamos cookies propias y de terceros que entre otras cosas recogen datos sobre sus hábitos de navegación para mostrarle publicidad personalizada y realizar análisis de uso de nuestro sitio.
Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK Más información | Y más
Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
Cartas de una sombra PDF Imprimir E-mail
Usar puntuación: / 0
MaloBueno 
11 de Diciembre de 2014
Antianiras III  II  I 
  José Antonio Córdoba.-La sorpresa que casi me derriba de mí caballo, fue provocada pues al retirar su casco el hermano que comandaba a estos caballeros, dejó a la vista una espléndida melena castaña, y la misma un curtido, pero bello rostro de mujer. Como para no sorprenderse, mis compañeros rieron, pues  patética tenía que haber sido mi reacción, aunque la de ellos no fue menor al comprobar como nuestros salvadores, pasaban a ser nuestras salvadoras. Quince hermosas mujeres. Quince corpulentas Damas. Quince benditos ángeles, ahora, si las creía enviadas por Dios.
Conocía -aunque nunca las había visto- de este grupo de jinetes que provenían de un lugar remoto de oriente, aunque aquello de que fueran mujeres figuraba más como una leyenda. Se hablaba de su magistral técnica sobre el caballo, así como de su destreza con todo tipo de armas. Hoy había sido testigo de ello. Me reía imaginando la cara de los árabes muertos o de los puestos en fuga, si conocieran que les habían combatido mujeres.

Tras la sorpresa, se presentaron, la jefa de la partida dijo que ellas eran las “Antianiras”, mujeres guerreras, al servicio al servicio de la Orden. Regresaban de dar escolta a un embajador, proveniente de las tierras de este, más allá de donde el sol despunta cada mañana. Durante el viaje, nos contaron que eran descendientes de los Dármatas, grandes jinetes de las estepas. Ellos –hablaba la mujer- había combatido con los romanos, Europa siempre había sido un referente para su pueblo y el de sus antepasados. Cuando ella era pequeña, su padre y algunos de sus caballeros, sorprendieron a un grupo numeroso de turcos, que emboscados esperaban para atacar una columna de francos, casi todos peregrinos, salvo una pequeña escolta. Según cuentan, mi padre y sus caballeros, rodearon a la columna franca, para poder encarar el ataque de los turcos sobre los peregrinos. Se dice que cuando los turcos cabalgaban hacia los peregrinos, los nuestros ya tenían terreno ganado y ante el estupor de los francos al verse –o eso creían- atacados por los dos flancos, formaron en círculo esperando el ataque, un ataque que nunca se produjo, pues los nuestros sobrepasaron a los francos, y continuaron la carga contra los turcos. La escolta de los francos al ver como dos de los caballeros de mi padre se quedaban con ellos, no sabían que hacer. Las vestimentas de nuestro caballeros distan mucho de la de los francos, su imagen no te permite tener un claro si son amistosos o no. Aquellos caballeros permanecieron en todo momento cabalgando alrededor del improvisado círculo, más pendientes al resto de sus camaradas que a la columna de peregrinos.
 
La carga de los Darmatas, consiguió hacer desistir a los turcos de su intención. De vuelta mi padre y sus caballeros hicieron todo lo posible por entablar diálogo, pero en la columna nadie hablaba nuestra legua y al igual ocurría entre nuestras filas. Así que por gestos y muchos empujones consiguieron hacer entender a la columna que los protegerían.
 
 
 
 

Vídeos
históricos más vistos

Últimas entradas más leidas

 
 
 
 
© 2024 Portal Sanlucardigital.es
Joomla! is Free Software released under the GNU General Public License.
 
Síguenos en
       
Sanlúcar Digital  ISSN 1989-1962