 A la vuelta
José Antonio Córdoba.-Cuando ves como alguien se aleja, sientes cierta nostalgia, y te pones a pensar como conociste a esa persona, donde estaba, y que os habéis aportado mutuamente. En mi caso, salva decir, que soy un destructor nato. Pero quien ayer me dijo adiós, ¡uf adiós!, aunque no pronunciara esas palabras, tal cual, en su silencio se le notaba.Sus ojos brillaban con cierta tristeza, su rostro mantenía una compostura, irreal, de esas de Facebook, sus manos algo frías y temblorosas confirmaban lo que su silencio clamaba a voces. Como buen o mal amigo, pues no me resta a mi juzgarme, le ofrecí ayuda, pero su decisión estaba por encima de toda petición mía, así que miré a esta persona a los ojos, y su mirada no estaba aquí, así que me volví y miré al río, contemplaba un pesquero navegar hacia la alta mar, mientras a mi lado solo había un silencio.
Me dijo que se marchaba por unos días, pero como amigo que somos de algunos años, aquello no me convencía, el tono de su voz, sus gestos y sus ojos no confirmaban lo que sus labios expresaban. Intenté pedirle me explicara, una solución habría, pero sus ojos me pedían no insistir, ya le suponía difícil, avisar a los amigos de que se marchaba. Se marchaba para volver.
Y efectivamente ayer tarde recibí su mensaje: “me marcho por unos días...”, no hubo ni riégame las plantas, ni dale de comer al gato; o pasate por casa de vez en cuando para echarle un ojo. Un frío y tosco bip bip del móvil y ya no estaba aquí. Así que tras el puñetero mensajito, una tarde grisácea sin más sentido que el de no tener sentido la vida, pues no comprendo que a las buenas personas les pasen esas cosas, eso queda para bichos como este que escribe, pero esa persona, bueno, esa persona…
Hoy me he acercado al río, allí donde ayer hablábamos en silencio, y no había más rastro de esa persona que su silencio en mi mente. Me giré en redondo pensando que lo mismo llegaría en cualquier momento, pero la oscuridad clara de las farolas me indicaba que el tiempo de esperar había llegado a su fin. Miré al río y solo luces centelleantes encontraron mis ojos.
Así que hoy me levanté pensando en como le recibiría a la vuelta, con un mensajito cachondo de esos que están por internet; le llamaría para acosarle con mil y una preguntas; me acercaría a su casa con un botella de un rioja; y calentar la garganta; o… Pero de pronto me quedé frío como el mismo mármol, ¿y si no vuelve?, ¿quien escuchará mis historietas?, ¿quien me dirá lo equivocado que siempre ando?, ¿quien pondrá un poco de humor en mis malos momentos?, ¿quien me alegrará de vez en cuando al saber que se acuerda de uno?
Despedir a una persona que se ha ganado a pulso un día tras otro, eso de la amistad, no es sencillo, y más cuando sabes que no debes permitir que eso ocurra.
Por eso quiero decirle con estas sustanciales palabras, que aquí tiene un amigo, alguien peleón, jartible, pero con quien beber letras sin cansar. Espero que pronto nos podamos sentar junto a una mesa con un riojita sobre la mesa y platicar cuanto nuestros silencios quieran, mientras contemplamos el transitar de las gentes que no rodean.
A la vuelta, a la vuelta me contarás de ilusiones, de sueños, de pensamientos, de sentimientos, de sensaciones, de decepciones, de recuerdos, pero sobre todo me contarás de como te encontrares por el camino de la vida, y recordaste el camino de vuelta, como el aire fresco de la tarde acerca los aromas del salitre de tu mar querida.
A la vuelta, quien vuela aterrizará ya sabes que soy pájaro de mal vuelo.
A ti que viajas a un mundo complicado y oscuro.
Un amigo y su silencio.p
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