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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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19 de Marzo de 2016
Omnes Oceanus XI (El encuentro I)
José Antonio Córdoba.-… El hombre que daba las ordenes se giró y la vio allí clavada, miraba sus ojos, cuando se dirigió a una de las Infantes y le dijo algo, a lo que esta asintió, se giró y se acercó a Carmen.
-¡Hola!, soy Susy, ¿cómo te llamas?, se dirigió a Carmen sin dejar de correr sobre el mismo punto frente a ella.
-¡Carmen! -respondió ella.
-¡Bien Carmen, ¿estás bien? -Carmen asintió con la cabeza -Pues entonces muévete y sígueme, el teniente quiere hablarte.
Carmen asintió nuevamente y esperó que su interlocutora se diera la vuelta y la siguió, ambas mujeres tuvieron que acelerar sus zancadas para alcanzar al grupo. Dos minutos les costó alcanzar al grupo, Susy tomó su lugar en la formación y el Teniente se acercó a Carmen.
-¡Acompañame!, le dijo el hombre.

Ambos se pusieron al frente del grupo y siguieron corriendo por espacio de diez minutos, hasta que llegaron a las puertas de acceso a la zona militar, donde varios Infantes de Marina armados custodiaban la entrada, entonces Carmen miró al Teniente y este le dijo que continuara con el grupo, él aceleró el paso y y se detuvo a hablar con los centinelas señalándola, afirmaban con la cabeza a las palabras del Teniente, al pasar el grupo junto a los centinelas él se incorporó al grupo. Pocos metros más adelante, el Teniente ordenó ¡al paso!, y todos se pusieron a caminar, lo que el oficial aprovechó para presentarse a Carmen.
-¡Hola, mi nombre es Javier Espinosa, y soy el jefe de este grupo de Infantes. -dijo el Teniente.
-¡Hola!, me llamo Carmen Güell, y soy la que derribó a uno se sus Infantes, -dijo ella en tono sarcástico. Tras escuchar las palabras de Carmen, todos salvo el Teniente rompieron en un sonora carcajada.
-¡Teniente, aquí tiene alguien de su casta!, dijo una de las mujeres del grupo y todos volvieron a repetir la carcajada, en esta ocasión hasta el Teniente les acompaño.
-¡Muy bien -continuó Espinosa, -en formación y caminando para las duchas todo el mundo, en quince minutos os quiero formados frente a la unidad!
-¡León! -se giró mirando a Susy, que nuestra recluta por un día os acompañe y prestarle una equipación deportiva de la unidad, para que se duche y se ponga ropa seca, yo llamaré a Seguridad para que le hagan un pase mientras nos cambiamos.
-¡Atención, firmes, saluden, rompan filas!, tras esta secuencia de órdenes del Teniente, todos marcharon a la Unidad a ducharse y cambiarse de uniformes.
Carmen acompañó a Susy y las otras tres mujeres un poco desorientada, no llegaba a comprender como ni el porqué de acabar esa mañana allí, en un recinto militar…
Tras la ducha, y sin dejar de seguir a Susy mientras se vestían le preguntó que hacia ella allí, la otra simplemente se encogió de hombros y se limitó a decir, -son cosas del teniente, tendrás que preguntarle a él.
Cuando salieron al patio el teniente se les acercaba acompañado por un soldado con uniforme mimetizado y que portaba un distintivo negro en el brazo donde podía leerse “Policía Militar”. Espinosa llamó a Carmen y está se le acercó, en ese momento el policía militar le hizo entrega de la acreditación y le explicó que la llevara en todo momento en lugar visible y que al salir la entregara en la puerta. El soldado se giró hacia Espinosa, le saludó y se marchó.
Mientras Carmen miraba como se alejaba el soldado, miraba sus manos que jugaban con aquel pase y miraba a Espinosa. Y volvía a repetir la secuencia, así hasta que el teniente le puso una mano en el hombro diciéndole, -ahora te explicaré que haces aquí, espera un minuto. Ella lo miró fijamente y asintió.
-¡Sargento Gutiérrez, todos al hangar cinco, instrucción de armamento. En el pelotón un joven dio varios pasos al frente, se encaró al teniente y saludándole comenzó a dar ordenes a sus compañeros.
-Acompañame Carmen, -la invitó Espinosa.
Ambos comenzaron a caminar por la acera de aquella avenida amplia y que parecía empezar en la ria y acabar en ella.
-Te preguntarás que haces aquí, -comenzó a hablarle este -sinceramente me cuesta trabajo darte una explicación clara y concisa al respecto. Por norma no solemos acoger entre nosotros a civiles, pero tras lo sucedido en la playa, cuando me giré y te vi mirando como nos alejábamos algo en mi me hizo ordenar a León, a Susy -aclaró- que fuera por ti y nos acompañaras.
 
 
 
 

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