El camino de Santiago de Pepe Parada VI

Desde que salimos de Almadén vamos ascendiendo hacía la Plaza de Toros que dejamos a mano derecha y salimos a una pista de tierra que va bordeando el llamado Cerro de los Covachos y pasamos por delante de la casa de la Postura hasta llegar a un puente. Este es un puente de piedra que nos va indicando el camino, pero a 150 metros hay que coger un desvío a la izquierda y seguimos avanzando por pista de tierra. No tiene pérdida, pues está muy bien señalizado y por esta pista recorremos 4,8 kilómetros a través de preciosas dehesas de encinas, alcornocales y jaras, ganándole la batalla a los frecuentes desniveles del terreno, aunque hasta ahora no son muy pendientes.

Cuando llegamos al Arroyo de la Huerta del Corcho, aunque por aquí le llaman Arroyo Mateo, perdemos la pista de tierra y nos adentramos por una verea estrecha en ascenso continúo hasta que 2,4 kilómetros más arriba desembocamos en el llamado Camino Viejo de Almadén de la Plata o de los Bonales.

Durante todo este tiempo atravesamos distintas dehesas donde cerca de la primera casa que nos encontramos, nos vimos con tres mastines inmensos que nos puso el continuar muy serio, pero los animales estaban vigilando a un grupo de Ovejas y, ni los primeros, ni los últimos se movieron al paso cauteloso y receloso de nosotros.

A través de esta verea pedregosa con un ascenso que yo no pude seguir a mis acompañantes, de momento, proseguimos ascendiendo buscando la cumbre de la Sierra Norte de las estribaciones de Sierra Morena, dejando atrás manadas de porcinos pastando en las dehesas y abriendo y cerrando cancelas continuamente, pues estos terreno es propiedad particular y en todas las portadas nos advierten con un letrero que la dejemos tal como estaban antes de nosotros llegar a ella, es decir, cerrada.

En lo más altos de las estribaciones, encuentro a mis compañeros despistados al no haber advertido unas señales que, si bien yo las interpreté tal como eran, ellos con la charlas posiblemente no lo advirtieron y se pasaron, mientras yo, al guiarme por las mismas señales, continúe la seguita del arco que ellos siguieron, cortándole camino y alcanzándolos a todos.

Yo reflejo todo esto porque no fueron los primeros que se equivocaron, varios grupos detrás también interpretaron las mismas señales de forma errónea, pero no prque estuvieran mal señalizadas, sino por confianza en ellas mismas.

A los 4 kilómetros de continúo tropezones y, cuando ya parecía que esta verea no tenía término, se nos aparece otra pista de tierra de unos 8 metros de anchura y con el piso buen terminado proseguimos y, ahora si que nos encontramos con una pendiente de unos dos kilómetros de terreno ascendentes que, no siendo bastante pronunciado, hay que tomarlo con filosofía y ganas, para no desfallecer en el intento.

Las vistas ya recompensa la fatiga así como, al final de esta trayecto, el ganado bravo – o así nos pareció-, puestos que no paraban de mugir y con cornamentas signa de respeto y pegadas a las alambradas, hasta que después de más de 1 kilómetros nos encontramos a la vista en grupo de casa en una vertiente entre dos montañas, entrando en El Real de la Jara demasiado temprano para el gusto de algunos que todavía querían vivir el fantástico paisaje de esta parte de Sierra Morena en las estribaciones y término de Andalucía, aunque mañana todavía nos quedan seguir ascendiendo hasta llegar a Monesterio, primer pueblo de Extremadura teniendo por delante unos 400 kilómetros para salir de ella y meternos en Castilla León. Allá por el veinticinco de este mes, si es que los pies aguanta, pues es el más sufrido del cuerpo.

Los más aventureros, prosiguieron la marcha hacía Monesterio con veinte kilómetros más por delante pero mi cuerpo tiene que responder hasta Santiago y, muchos de estas personas hacen cien, doscientos o, cinco o seis días y se vuelven a sus diciendo que han recorrido la Ruta de la Plata.

Cuando les enseño mi credencial con los sellos desde Sanlúcar, algunos me dan la enhorabuena y otros me dicen que es una caminata muy larga. Cada uno que haga lo que quiera.

El Real de la Jara es un pequeño pueblo de 1600 habitante que se encuentra dentro del Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla. Tan sólo tiene dos monumentos signo de mención; la Iglesia de San Bartolomé, de origen mudéjar y un castillo medieval del siglo XIV que se encuentra en una de las faldas del pueblo y que se nota que lo han restaurados, emplazado sobre una modesta colina a 300 metros de altura, varios bares que, creo, viven mayoritariamente de los peregrinos que pasan por aquí a diario de paso.

Mañana, hacía Extremadura, la humilde, la olvidada, la incomprendida. Allí encontraré, a medio camino la Venta El Colibrí, famosa por sus jamones y embutidos ibéricos.