Sentido del humor

José Luis Zarazaga.-Hoy este humilde desarticulista va a cumplir lo prometido en el artículo anterior y no piensa ironizar sobre los políticos que nos desgobiernan a todos los niveles, es más, como se acercan fechas entrañables quiero felicitarles por haberme arrancado una sonrisa y mira que uno tiene malaje

De traca ha sido el mensaje emitido en la televisión nacional por el líder supremo Mariano Rajoy. “La crisis es ya historia”, De Guindos al estilo de la Leire nos dice que se ha producido la conjunción de los planetas y en un tono más cordial y cercano nuestro amigo el señor Cárdenas al igual que Nostradamus lanza la profecía de que gobernarán Sanlúcar en la próxima legislatura.

Sin ánimo de ofender ya que la risa alegra el alma, en mi pueblo a esto se le llama de Ciqui-Traque. “(Ruego que el que no conozca el significado pregunte que se llevará una grata sorpresa)”

El sentido del humor en política es muy necesario, no hemos llegado a los niveles de Estados Unidos pero algo es algo. El tema podrá tener sus detractores, pero la verdad es que cuando uno ve a nuestros políticos locales soltar un chascarrillo, pero con gracia, es que lo agradece y en verdad los hace parecer más cercano al pueblo. Ciertamente este humilde desarticulista echa de menos a nuestra anterior Arcardesa ya que derrochaba sentido del humor allí donde fuera y aunque cometiera errores la hacía parecer más sensible con los problemas que acucian a los sanluqueños.

Se preguntarán mis sufridos lectores si me estoy riendo de ellos con semejante diatriba, nada más lejos de la realidad. La política no es cosa de risa, ni mucho menos, pero sí que la comunicación debe de manifestarse con cierto sentido del humor. Si el emisor está airado, la efectividad del mensaje no será la misma que si lo realiza generando un clima agradable.

Volviendo a nuestro pueblo, no he encontrado aún un político experto en tratar dicha técnica, sintiéndolo mucho creo que todos piensan que la risa sigue siendo algo inferior, amparo de los simples, un misterio vaciado de sacralidad para la plebe. Os pediría que leyerais a Benedetti:”Defender la alegría como una trinchera / defenderla del escándalo y la rutina / de la miseria y los miserables / de las ausencias transitorias / y las definitivas”

Hay que defender la ironía, es una parte importante del sentido del humor, incluso la Iglesia ha permitido la licencia que impone la fiesta del carnaval, evitando así que se ceda a otros deseos y a otras ambiciones. ¿Por qué se insulta o amenaza veladamente a este humilde desarticulista cuando lo que se plasma es una ligera ironía?, solo decir que la ironía es el Carnaval de nuestra realidad más cercana.

¿No tenemos derecho a reírnos?, ¿debemos de comportarnos siempre como borregos?, ¿no sufrimos bastante la crisis para que encima nos quieran amordazar?

Ante estas cuestiones solo me viene a la memoria un magnifico monólogo: “Tenía miedo del segundo libro de Aristóteles, porque talvez éste enseñase realmente a deformar el rostro de toda verdad, para que no nos convirtiésemos en esclavos de nuestros fantasmas. Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que estos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad» (fray Guillermo de Baskerville). (El Nombre de la Rosa, Umberto Eco)

No me voy a extender más porque visto ya lo visto creo que sí, que al final vamos a conseguirlo y que nuestros políticos se van a tomar la política con algo menos de frialdad y algo más de sentido del humor, todo sea porque faltan menos de seis meses para las próximas elecciones y no vayamos algunos mal pensados a elucubrar que ante semejante dilema mejor votar a los Reyes Magos que adornan el escaparate de Casa Pastora.

Postdata:Aunque un tanto fuera de lugar en este artículo, o quizás no, quizás sea una de mis ironías, rogaría a mis sufridos lectores que si pueden visionen aquella película titulada Danzad, danzad, malditos: “en plena época de la Gran Depresión. En medio de un ambiente de terrible miseria, gentes desesperadas, de toda edad y condición, se apuntan a una maratón de baile con la esperanza de ganar el premio final de 1500 dólares de plata y encontrar, al menos, un sitio donde dormir y comer. Mientras los concursantes fuerzan los límites de su resistencia física y psíquica, una multitud morbosa se divierte contemplando su sufrimiento durante días”

¡Hagan juego señores!, ha comenzado la maratón, irónicamente el premio no consiste en 1500 dólares, el baile durará seis meses, algunos caerán mientras la multitud contemplará su terrible sufrimiento y su deshonrosa caída