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23 de Febrero de 2015
"Por más que los políticos cumplan con sus compromisos, sigue siendo clave que seamos mucho más exigentes a la hora de elegir a quiénes los llevarán a cabo"
José Luis Zarazaga Péreza.-Hoy este que subscribe, su humilde desarticulista, va a volver a romper la norma y no va a comenzar a lanzar diatribas sobre los políticos que nos desgobiernan. No sé si será fruto de los efluvios del Carnaval o la cercanía de la Semana Santa que me siento feliz, yo diría que hasta emocionado.
Cuando hablamos de polític        hay un tema que solemos pasar por alto y es la madre del cordero: “Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, votas, si no eres tú el Ciudadano, ni el PSOE,  ni el Impopular ni el Hundido?» El Humilde desarticulista  les respondió: «Yo voto con un papel, pero en medio de esa urna está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de acercarle el sillón. Esto ocurrió en Sanlúcar, al otro lado del Guadalquivir, donde estaba el político de turno dando un mitín”. (Agnus Dei made in Sanlúcar: “Urna del votante que quitas al trolero del gobierno, ten piedad de nosotros”)

Pido perdón por tan extensa diatriba, que aunque no sea bíblica bien que viene al caso por la que se avecina. Ha sido un pequeño lapsus ya que llevo varios días como un niño con zapatos nuevos al oír las promesas electorales. El Señor Rivera líder de Ciutadants me ha prometido que me va a regalar una caña de pescar. Tengo que reconocer que el pescado me gusta, sobre todo si está bien frito con aceite de oliva andaluz por más señas. Eso sí, tengo que declinar el regalo porque soy bastante ecologista y no me gusta la idea de matar animalitos. Eso sí, me han dicho que en el Maresme se pescan muy buenos besugos así que le rogaría que anduviera con mucho ojo no vaya a ser que algún andaluz se pasee por allí y le confunda y le pesque.
 
Ya que estamos en plena campaña electoral hay que comentar que los distintos partidos en estas fechas nos hacen cada vez un mayor número de promesas convirtiendo los distintos programas electorales en una plasta parecida a la carta a los Reyes Magos.    
No se puede prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido. . Un programa electoral debería ser un ejercicio de honestidad y transparencia ante los electores, no un documento abigarrado que nadie se lee, como acaba pasando.
 
Actualmente en nuestro pueblo se producen  muchas críticas contra el Equipo de Desgobierno porque según se dice está incumpliendo su programa y sus promesas electorales. Mucho se ha criticado la promesa que efectuó nuestra simpar Chiquitilla sobre su permanencia al frente de nuestro Ayuntamiento y como la incumplió para irse a Diputación. Y yo diría: “¿Señora Mestre está usted libre de pecado para lanzar la primera piedra?”  ; va a ser que no,  ya que tengo que reconocer que en este punto le daría un diploma, ya que prometió que lo primero sería Sanlúcar y a las primeras de cambio se nos va al Parlamento Andaluz. ¡Cuidado con las promesas, que nos las carga Satanás!
 
Llegados a este punto y a fin de que nadie se lleva a engaño le rogaría a nuestros tres arcángeles: “San Juan, San Rafael y San Antonio”, que cuidadito con lo que prometen que las urnas son los guardianes de las puertas de  entrada al inframundo.
Dicho todo esto creo que deberíamos darles un voto de confianza, vamos que hay que tener más paciencia que el santo Job.
A veces es que no los comprendemos, tienen sus razones para incumplir, la primera es que nos dicen  que tienen más información que nosotros los ciudadanos, así que no pueden cumplir los deseos o promesas que nos hicieron. Cuando llegan al ruedo de la plaza todo se ve distinto. El segundo argumento es que ellos tienen una mirada de más largo plazo y nos piden un voto de confianza. Hoy no cumplen su programa pero en cuanto  las cosas mejoren lo harán. Nos piden paciencia. Finalmente, los partidos nos dicen que como la política es contingente e imprevista no les queda más remedio que adaptarse continuamente a las circunstancias. En suma, que tampoco pueden cumplir.  “Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero (Romanos 8:36)”
 
Tengo que reconocer también que nuestros gobernantes  sólo se comprometen a cuestiones concretas cuando las pueden cumplir. Derivado de esta idea, no sabemos en qué medida los partidos se reprimen de hacer promesas en unos contextos más que en otros: “prometo municipalizar el servicio de aguas si sé que voy a perder, no si voy a ganar”. Además, no sabemos en qué medida las promesas coinciden siempre con los programas. Pero además, este enfoque no deja de ser una aproximación numérica, el cual no contrasta la importancia de aquellas medidas que se quedan en el baúl de los recuerdos ni el coste que apareja implementarlas. ¿Son iguales todos los incumplimientos? Aún así no se me ocurre cómo medir esta relevancia sin que entre en juego la intensidad de nuestras preferencias. Por ejemplo, quizá para un votante concienciado es más grave que se prometa el beneficio al que incumple a costa del que cumple con sus obligaciones. ¡Bienaventurado el que lanza promesas a los okupas ya que eso es predicar en el desierto!
 
Dicho esto y para que no nos llevemos a engaño, hoy por hoy un partido puede incumplir su programa pero seguir en el gobierno porque no hay alternativa o puede re-editarse una coalición electoral que lo mantenga en el poder. Del mismo modo, como el voto es un mecanismos retrospectivo, evalúa el pasado,  y prospectivo, encarga un proyecto de futuro, los partidos pueden mezclar ambas dimensiones. Quizá por eso la ideología y la confianza en nuestros representantes son los únicos raíles que permiten cierta desviación de una promesa. Si se transmite que se hace en congruencia con unos valores dentro de un relato ideológico o se confía en el político que lo hace, el impacto del incumplimiento es menor. Ni que decir que las tres cosas, mantener tu palabra, ser coherente y ser creíble deberían ir de la mano.
 
Para finalizar solo decir que cuando la gente se rasga las vestiduras por los incumplimientos del Equipo de Desgobierno me parece que hay que hacer un poco más de examen de conciencia. “¿No dijeron que iban a generar empleo?” “¿No iban a solucionarlo todo?” “¡Me dijeron que no subirían los impuesto!”. A ver, me parece que si alguien se  creyó esto durante la campaña electoral el que compró la enciclopedia también tiene algo de responsabilidad en el engaño. Por último, para provocar y más en general, sigo creyendo que nuestros representantes pueden tener muy buenas razones para desviarse de la voluntad popular. ¿Cambiaremos la dirección de las calles cuando algún grupo lo pida en Telenina?
Por más que los políticos cumplan con sus compromisos, sigue siendo clave que seamos mucho más exigentes a la hora de elegir a quiénes los llevarán a cabo.
    Tic Tac, Tic Tac, el tiempo sigue corriendo a nuestro favor……
 
                                    
 
 
 
 

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