La muerte de un niño en Málaga caerá en saco roto si ayuntamientos como el nuestro siguen autorizando, en las zonas peatonales y horarios no permitidos, el paso de vehículos, principalmente, de tracción mecánica.
SD.-Hace mucho que desde SD hemos denunciado las prerrogativas o privilegios de algunas empresas para transitar por las zonas peatonales en horarios no permitido. Queremos pensar, porque el ayuntamiento jamás se ha pronunciado, que los responsables de la delegación correspondiente son conocedores de estos hechos, porque de lo contrario tampoco se podría explicar como, ante la mirada de policías municipales, estos vehículos atraviesan todos los días la Calle Ancha, entre otras calles, para realizar sus servicios a entidades bancarias.
No se puede aducir en ningún momento que la velocidad de estos vehículos hace imposible que la tragedia ocurrida en Málaga pudiera suceder en Sanlúcar. Sin embargo, de todos es sabido la velocidad que se desplazan las carrozas de los RR MM en cualquier ciudad española: lenta, muy lenta, lo que no imposibilita que un niño, como el malagueño, de solo 6 añitos, se meta debajo de sus ruedas y muera en el acto.
Cualquier sanluqueño conoce la densidad de población en la calle Ancha en una hora punta en la que el trasiego de personas de un lugar a otro para cruzar la calle es inmenso y todos lo hacen de forma consciente de la seguridad que ofrece una calle peatonal.
Las cosas cambian cuando el transeúnte es un niño que ajeno al peligro, solo o en patulea con más infantes, se divierte todo lo que su imaginación le permite. Un patinete mal dirigido, un aprendizaje con patines, una pequeña bici en manos aún inexpertas o un simple balón que se aleja pueden ser la causa para que la felicidad de uno de nuestros ciudadanos y la de sus padres se convierta en tragedia en un instante por mucha atención que se preste, máxime cuando el armado uniformado está más atento a defender la caja de caudales que transporta, que a la seguridad de los ciudadanos.
Igualmente de peligroso se puede convertir un paseo en un tren turístico, al que igualmente se le ha autorizado una parada en la Calle San Jorge por lo que tiene que atravesar la Calle Ancha, aunque solo sea un corto trecho, hasta la Calle de Las Cruces.
El mismo peligro o más que cualquier camión puede tener un vehículo, demasiado largo para ser controlado en su totalidad de la imprevisible reacción de un pequeño de corta edad que se le escape de las manos a sus progenitores.
Si la Calle Ancha es peatonal, no se entiende como se permite la entrada y salida de vehículos, ni se comprende como con la nueva ley de la DGT, con relación a las bicicletas, éstas siguen desplazándose por las zonas peatonales y las aceras de Sanlúcar a velocidades de vértigo por irresponsables adolescentes..
Ha ocurrido en Málaga, donde se ha abierto un debate de seguridad sobre las carrozas de los Reyes Magos, pero podría suceder en Sanlúcar con las carrozas o por las presuntas negligencias de los responsables políticos del equipo de gobierno en la laxitud interpretativa de las ordenanzas municipales.
Si a las diez de la mañana todos los transportistas sanluqueños deben de abandonar las calles peatonales a instancia de la policía local, muy solícita para que se cumplan los horarios establecidos, ¿por qué otros no están sometidos a los mismos dictámenes municipales?
Esperemos que Dios o el destino no juegue una mala pasada a una familia sanluqueña, pero para preservar la seguridad de los que disfrutan de su ciudad, no es muy conveniente invocar a Dios o al destino, más bien al recto proceder en sus funciones de los que tienen la obligación de velar por nuestra seguridad en la vía pública por encima de todo y de todos, cualquiera que sea el interés que hasta ahora les impide hacerlo.
