Estado laico. Qué tomen nota
SD.-Las recientes declaraciones del papa Francisco sobre el laicismo abren una vía, hasta ahora impensable, para que Iglesia y estado replanteen su relación desde la Constitución española y no desde los púlpitos.
El papa Francisco solo ha removido lo que es, en algunos países como España, una relación que quiere perpetuar el matrimonio Iglesia-.Estado más allá de los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado, y que de que de una vez por todas, desde la Iglesia, en este caso la Conferencia episcopal española, no intente co legislar en la Carrera de San Jerónimo usando la presión de los millones de católicos de este país.
Los distintos gobiernos que han sido de esta reciente democracia, todos, sin excepción, fueron sometidos a los caprichos de la Conferencia episcopal que no ha dudado en ningún momento sacar a la calle a cientos de miles de acólitos para seguir omnipresente en las decisiones que libremente se aprueban en el parlamento español y que ellos, de alguna manera, creen -si no se accede a sus presiones-, que atentan contra la moral cristiana, erigiéndose en valedores de todos esos a los que dicen representar aunque nadie les haya votado.
Bueno es, que tanto la Conferencia Episcopal española, como militares, institutos armados y políticos de España acepten sin más ambigüedades la aconfesionalidad del estado en esta Monarquía parlamentaria que rige, malamente, los destinos de los españoles.
Los políticos locales de esta nuestra Sanlúcar, especialmente cuando se autodenominan de izquierda, aunque sus políticas económicas se acerquen más a las de la difunta Margaret Tacher que a Keyne, deberían de haber asumido hace mucho tiempo esta premisa constitucional que ignoran siempre afirmando que son los representantes del pueblo y por ende de todas las confesiones, pero se les olvida, graciosamente, que la católica es la confesión mayoritaria y la única que es capaz de congregar a miles de ciudadanos en actos como la Semana Santa.
La realidad es que-los políticos- no han tenido nunca la valentía para hacer prevalecer sus valores democráticos y constitucionales por encima del de sus intereses políticos y así congraciarse con una parte importante de la ciudadanía que está detrás del movimiento cofrade, de ahí que se vean obligados y forzados a desfilar, procesionar o presidir cualquier evento religioso para no perder esa cantera de votos.
No se amilanan ante ninguna situación que contradiga sus ideologías por lo que los sanluqueños sufrimos las patéticas imágenes de ediles portando imágenes del Niño Jesús para a continuación sufrir las ofensas de algún hombre de Dios, iracundo casi siempre él, predicando vehementemente que “quien no crea en esto (Niño Jesús y la Navidad) está loco o es una mala persona.”
La innecesaria y paupérima imagen de esa puesta en escena de concejales del equipo de gobierno y de la oposición, excepto IU, que no obstante claudicó en el gobierno comunista de Medina Lapieza también, o militares, procesionando y presidiendo palcos, son otras razones de peso para asumir las palabras del Papa Francisco que defiende el laicismo del estado porque es la mejor manera de proteger la libertad religiosa.
Que sea el mundo cofrade, en solitario, quien ejerciendo esa libertad religiosa festeje las efemérides cristianas que crean necesarias con la ineludible colaboración del ayuntamiento, pero sin la presencia de sus representantes públicos.Para ellos el cielo puede esperar y si tuvieran prisa podrían prescindir de sus actas y privilegios para, ahora sí, mostrar su fe donde y como les plazca.
La pelota está en el tejado del mundo cofrade que atendiendo a las palabras del Pontífice, faro de la cristiandad, haga cumplir sus deseos, limpien su Iglesia y den un puntapié en el trasero a todos los que quieran beneficiarse políticamente de los sentimientos religiosos de todos y todas los sanluqueñ@s.