Como observador y notario de mi propia objetividad con relación a los hechos que veo, leo, y escucho, no tengo más remedio que reconocer el auge que algunas noticias referentes a ciertos festejos, están teniendo en muchos medios de la provincia y de España. En este mismo portal veo con asombro la proliferación de noticias concernientes a la Iglesia, las instituciones o asociaciones cercanas a ella.
La libertad de culto reconocida en nuestra Carta Magna, está sin duda bien refrendada y reconocida por la variedad de credos, aunque todos ellos, aun están muy lejos del mayoritario católico de este país, pero haberlos haylos. Es por eso, entre otras razones, que en nuestra misma Carta Magna queda explícitamente claro la aconfesionalidad del estado. Algunos, en muchos momentos han querido romperse las vestiduras, viendo en ello, una concesión a los “rojos” en la modélica transición política, tras la desaparición del dictador.
Alguna vez alguien, quiero recordar el Tribunal Constitucional, dijo que la Constitución española era una declaración de intenciones, cuando algunos ciudadanos reclamaban el derecho, amparado en la Constitución, a una vivienda digna. Alguna respuesta parecida recibirían de esta institución, cualquier otro ciudadano que reclamara el derecho de ser representado por sus elegidos políticos desde la aconfesionalidad que le otorga la Constitución. Declaración de intenciones, a tenor de lo visto en los actos religiosos a lo largo y ancho de la geografía española.
Una cosa es las relaciones Iglesia-Estado, que deben de existir, pues al fin y al cabo los dirigentes de estas instituciones religiosas son los representantes de un país extranjero en España, por lo que las relaciones entre ambas instituciones están más que justificadas. La otra, es la aconfesionalidad del propio estado y sus representantes en el ejercicio de sus funciones, más allá del ambito personal al que tienen derecho para practicar cualquier culto.
La libertad de culto y credo que hablábamos antes, está reconocida para todos los ciudadanos españoles sin excepción, y aunque esto pudiera ser de Perogrullo, algunos siguen sin entenderlo o no quieren entenderlo, pues el peso de los votos les hace renegar no ya de su propia ideología sino de la misma Constitución a la que con mucho boato han jurado defender en sus investiduras.
Si la Señora Alcaldesa, que lo es de todos los sanluqueños , asiste a una ceremonia religiosa como fue la Coronación de la Esperanza, tendría que hacerlo en calidad de ciudadana y dejar la vara de mando en la alcaldía. Esa actitud hubiese sido políticamente correcta y valiente porque de alguna forma velaría por lo que tiene que cumplir e igualmente ejercería su derecho a defender sus creencias. Lo demás es todo una mascarada – su actitud, no la Coronación.- que además está cargada con el gravamen por las ayudas económicas directas e indirectas que el Ayuntamiento de todos los sanluqueños ha aportado para el evento del 12 de Octubre. Y menos mal, que más de una decena de funcionarios de seguridad pública se pusieron enfermos ese día. De lo contrario la factura hubiese aumentado a más de los 30.000 euros que el Ayuntamiento pagará a la Hermandad de la Esperanza.
La política no es solo el arte de contentar a casi todos. Es además, hacerlo con la Constitución en la mano por muy nimio que pudiera parecer el acto, o de lo contrario permutar en la mesilla de noche la Constitución Española por "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo.Seguramente , la señora Alcaldesa se levantará rebuscando mejor las consecuencias prácticas de su pensamiento para seguir ejerciendo el poder, pero menos demócrata y más lasa en la defensa constitucional.
