 La cobarde y altanera actitud de Cristina de Borbón de entrar en coche "hasta la cocina" y la cacareada igualdad a la que se enfrentan todos los ciudadanos ante la Ley nos cuesta 50 millones de pesetas a todos los españoles
Cuando se trata de proteger a bancos, multinacionales o casa real, el gobierno de la nación va de sobrado y ya no es suficiente poner a disposición de los ciudadanos Borbones toda la abogacía del estado, además de la fiscalia y plumeros de poca monta del mundillo rosa de la tv. Además se disponen de los recursos humanos policiales de cientos de hombres y mujers del CNP, - para esto y reprimir a ciudadanos en la calle-, para que esta señora, en contra de lo que dice su padre y jefe del estado D.Juan Carlos de Borbón , no sea igual ante la ley.
El paripé de este circo judicial en torno a esta presunta defraudadora, que todo lo hizo por amor pero que no sabe, no se acuerda o no le consta, es uno más en esa lista de despropósitos que la institución monárquica arrastra, siendo el cabeza de familia con sus aventuras a Africa para matar animales, siempre bien acompañado por una rubia tudesca, con más propiedad, “teutónica”, el principal fabricante de la máquina de hacer republicanos, desbancando al ministro Montoro, mañoso él con sus exabruptos, para hacer independentistas catalanes.
La Borbón y su consorte son igualmente responsables que gobiernos acomodaticios y cautivos de sus benefactores hayan realizado, previa promesa electoral de no hacerlo, los mayores recortes vistos a la sanidad, educación, pensiones, inservibles reformas laborales, aumento del paro y la pobreza, el retorno a la emigración europea y americana, una andanada, en definitia, en toda la línea de flotación del estado del bienestar.
Las corruptelas, con desvío de dineros públicos a una empresa suya, Aizoon, provenientes del instituto Nóos, son otro episodio más de esta tropa de presuntos ladrones y corruptos que han empobrecido a España hasta situarla en cotas tercermundistas y todo gracias a los comportamientos ejemplares de estos criminales.
Los servicios prestados a España por la familia real, los que cada cual quiera atribuirles,no pueden justificar las posiciones contrarias de los que pretenden que el pedigrí es suficiente para eludir a la Justicia y a sus valiente representantes como el juez Castro, los únicos que con esta ola de inmisericordes rateros y rufianes nos pueden devolver la confianza perdida en el estado de derecho.
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