 La velada del Carmen de Bajo de Guía, un día después
SD.-Habría que investigar mucho, -y no lo encontraríamos-, en la historia de esta ciudad para saber de un acontecimiento religioso como el que el domingo 26 de julio tuvieron la oportunidad de ver y disfrutar los miles de sanluqueños que acudieron al desfile procesional de la Virgen del Carmen de Bajo de Guía en su recorrido, ya tradicional, por la orilla de nuestra playa y el Paseo marítimo.
La inconfundible y única imagen, grabada en miles de teléfonos móviles y cámaras, de la venerada imagen marinera oteando el horizonte atlántico al paso de naves río abajo, como muestra la foto que acompaña esta editorial, no la hace, sin embargo, diferente a la de cualquier otro año, por lo que no son las imágenes ni las personas, que acudieron a la anual cita de julio en Bajo de Guía, las que estigmatizan en nuestro registro histórico el día del pasado y veraniego domingo.
El mérito para tal hecho no es otro que la reconducción de comportamientos y acciones asociales de grupos humanos empeñados en sortear las normas de convivencia dictadas por cualquier gobierno democrático. Este cambio, realidad constatada, comenzó justo el día que el nuevo gobierno municipal del PSOE empezó su andadura, esta vez en solitario, de cuatro años más al timón de este casi milenario barco.
Las gestiones y la labor de los trabajadores municipales en la delegación de fiestas y su delegado, Juan Oliveros, han conseguido lo que otros en ocho años ni tan siquiera consideraron, salvaguardar los derechos de los miles de sanluqueños que por cualquiera otra razón no han querido participar en los eventos religiosos programados y organizados por vecinos y organizaciones ligadas a la Capillita de Bajo de Guía y su imagen titular.
El cese de prácticas pirotécnicas aéreas con explosivas detonaciones logró, esta vez si, el disfrute de un día completo para todos, presentes y ausentes en estas manifestaciones populares callejeras, algo totalmente insólito en este pueblo que pretende perpetuarse en el pasado a contracorriente del presente arrollador que exige la adecuación de las normas de convivencia en materia ecológica y medioambientales incluida la preservación de espacios públicos, ineludiblemente compartidos, libres de contaminación acústica.
Cierto es que Sanlúcar tiene una ristra de problemas medio ambientales irresolutos sin visos, tan siquiera, de saber la data del comienzo de las actuaciones estatales o autonómicas para finiquitarlos, tal es el caso de la EDAR debido al continuo inquinamento de nuestro litoral y los insoportables malos olores que padece la población circundante a esta estación depuradora, la espantosa imagen de aliviaderos, Guadianas temporales de inmundicia provenientes de vertidos ilegales, la deplorable y continuada visión de estercoleros no siempre responsabilidad de los servicios municipales de limpieza y sí de un desprecio a todo lo público reflejado en una ciudadanía que pasa de Puntos limpios, papeleras y normativas medio ambientales.
No es “Un mundo feliz” una ciudad con serios problemas medioambientales que en épocas primaverales y estivales se acentúan más si cabe por las altas temperaturas a las que aludía el también portavoz del equipo de gobierno, en reciente rueda de prensa, pero el termómetro no es el responsable, en su totalidad, de las carencias medioambientales antes mencionadas.
La decisión, sin precedentes, de un delegado de fiestas para paralizar esta peligrosa actividad que el año pasado hirió a algunas personas en el mismo Paseo marítimo ha conseguido convencer a los responsables de estas fiestas populares, -que ponen de esta manera límites a sus derechos al toparse con los ajenos-, con diálogo y negociación deja ver a un responsable político que no ha escatimado recursos, los pocos disponibles, pero mucha voluntad para conseguir sus objetivos.
No se sabe si el camino emprendido por esta delegación, con la supresión del innecesario estruendo de explosiones aéreas en esta fiesta, y en otras anteriores como la velada de la homónima virgen de Bonanza, es una raya en el agua, un espejismo o un sueño del que despertaremos en las venideras fiestas pero, sea como fuere, el paso dado en provecho de todos deja vislumbrar que algo se mueve, aunque sea poco, en la lucha contra cualquier tipo de actividad contraria a derecho y al sentido común que ayudarán a la ya deteriorada imagen medioambiental que presenta la ciudad por estas fechas.
Bueno sería que la decisión de este gobierno y su delegación en este asunto se extendiera a otras delegaciones para defender el derecho al descanso y a la salud de los que en la ciudad sufren las alegales botellonas, las actuaciones musicales a deshoras, el incumplimiento del cierre de locales y el uso de los mismos elementos ruidosos aéreos en instalaciones deportivas privadas de algún elitista deporte.
Sol, cultura, patrimonio histórico, gastronomía o enocultura engrandecen la marca Sanlúcar solo a falta del ajuste final medioambiental en manos de los que recibieron la confianza de los sanluqueños para gestionar sus impuestos y su bienestar.
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