Cristianos nuevos, moriscos y judíos conversos
José Segura.-Desde el principio de los tiempos nuestra región ha sido relegada a segundo plano, a servidumbre o a lugar de paso. A pesar de llevar dos siglos de delantera en la latinización, que en nuestra tierra caló y profundizó hasta dar un par de emperadores al Imperio Romano, los andaluces no hemos sido lingüísticamente nada.
Según Rafael Lapesa, en Andalucía no se habla nada de nada hasta el siglo XV, en que las sibilantes se autorregulan y se reordenan. Se nos culpa del seseo y del ceceo, hoy extendido totalmente en América, somos los responsables del yeísmo, aún perdura la aspiración de la h- inicial procedente de F- inicial latina. Nos comemos las letras o las palabras, somos brutos o rústicos o toscos charlatanes. Recuerdo una frase que Sancho Panza le dice a DQM: -Ese hombre habla latines...- Como símil de una gran cultura. y Don Quijote le responde que en el tiempo de los romanos todos hablaban latín y alguno habría tonto. Pues eso pasa, mirusté. Los castellanohablantes, con su refinadas eses apicoalveolares, si no van al colegio son rústicos o paletos. Al igual que vascos o gallegos o catalanes. Si hemos sido tradicionalmente analfabetos ha sido debido al servilismo heredado de la Edad Media y de la (¿Re?-)conquista cristiana. El registro dialectal de cada cual es siempre fruto de una cultura y de una serie de tradiciones que no son sino riquezas o diversidades que abren puertas. La censura prescriptiva de la antigua escuela franquista todavía pervive en los prejuicios que contra los andaluces se tienen. Y lo más curioso es que uno va a la facultad para que le digan que estudie una historia de la lengua que nos tilda poco menos que de aborígenes. Si hay algo que me gusta del andaluz es su mixtura, su mudejarismo, su mestizaje y su falta de prejuicios. En cambio aquellos del Rey Pelayo, que bajaron de norte a sur machucando moros, que no se mezclaban más que entre ellos, no pueden hablar más que de su estirpe xenófoba, castiza y de su limpieza de sangre. Viva la diversidad.
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