02 de Agosto de 2007 |
Confieso que no cambio mi playa de Sanlúcar por ninguna otra, por muy tropical que sea o rimbombante y vanguardista el nombre que le acompañe. A pesar de todo. Porque tus vivencias, tus recuerdos, tus amigos, tus familiares y tu entorno solo lo encuentras ahí, entre Las Piletas y Bajo de Guía.
Mucho han cambiado las cosas desde aquellos años 70, cuando desaparecieron para siempre las policromadas casetas de baño que daban colorido azul de atlántico océano, verde doñanero, rojo y viva pasión e impoluto y resplandeciente blanco. Alineadas en paralelo al limite que marcaban las mareas del litoral sanluqueño, eran la seña y emblema de una playa que no quería perder su idiosincrasia, su pasado señorial y aristocrático de principios de la centuria pasada. Los sanluqueños, sin embargo, hacemos poco por nuestra playa. La pintarrajeamos hasta la saciedad, la cubrimos de montañas de cáscaras de diversos frutos secos, su arena y su paseo marítimo lucen alfombras amarillentas de estos restos orgánicos. Ocupamos sus aceras con todo tipo de vehículos, la velocidad media triplica a la permitida. Las motocicletas imponen su ley a viandantes donde quiera que sea. La imagen, por mucho que nos empeñemos en mejorarla, esta muy alejada de lo que debería ser una magnífica playa con inmejorables vistas, tan cercana a la ciudad, sus gentes y su historía. Por si fuera poco, la conservación y mantenimiento del equipamiento y la limpieza es escasa. Parece que una vez se han instalado todos los equipamientos, la faena esta finiquitada. El gobierno municipal no termina bien sus tareas. Las fotografías que acompañan esta denuncia muestran la veracidad de los hechos que aquí se mencionan. ¡¡ Que bonita playa, que poco la cuidamos ¡¡.
![Imagen activa](/images/stories/Maritimas/dsc00913.jpg)
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