Plaza del CabildoJosta Siroco.-Pasito a pasito, en silencio, se acerca Luis el del barrio. Luis era más o menos normal, tampoco hay que exagerar, pero un mal tripi en una peor tarde se le subió a la azotea y allí se le quedó de okupa.Hoy, aunque sigue sin afeitarse, al menos se ha peleado con el jabón, aparentemente con victoria…un cigarrito, un fueguito, un eurito…en fin tos los avíos.-¿no?...pues adiós.
A punto está de venderme una fabada Litoral de las que el Eco tira al contenedor cuando se pasan de fecha. Por una vez me resisto como gato panza arriba y el cliente de al lado, que por lo visto tiene mejor corazón y más dinero que yo, termina por comprársela. Esto es así, hoy por ti mañana por mi, lo malo es que a un servidor casi siempre le toca el hoy, y por eso aún me sorprendo de no haber acabado durmiendo en los brazos grasientos de la fabada. A veces, muy de vez en cuando, porque él sólo toma te inglés a horas intempestivas para cualquier cervecero que se precie, aterriza por La Gitana Miguel Furlock.Miguel es un fotógrafo alemán con mucho pasado y mucho futuro, pero con un presente más bien difícil en un pueblo donde aún triunfan las fotos de comunión, bodas y bautizos.Hace unas fotos en las que, como en los cuentos, no se narra todo el argumento, sido el detalle. A partir de eso que la gente arree. A mi me cae bien Miguel, porque cree en lo que hace y sobretodo porque hace lo que cree.Miguel tiene varios gatos y ha aprendido a ronronear como un felino. Cuando pasa Antoñito Dueñas con su estrambótica mercancía camino del Balbino, alguien dice “correo” y él responde “correo, correo” con voz de soprano eunuco.De niño vendía altramuces en la puerta del cinema y los chiquillos le quitaban los “chochitos” a puñaos en cuanto se distraía. La verdad es que se distraía casi siempre.En “Balbino”, apenas si la “casera” se le sube a la cabeza, hace la gallina y el elefante entre las palmas del personal, mientras saca de su bolsa atrabiliaria un viejo transistor o cinco vienas duras que le compra Antonio tras el necesario regateo.Al salir, Juan el marino le grita “correo” y el responde muy serio “correo, correo”.
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