MarxismoJota Siroco.- No se habla aquí de la tragicomedia de D. Carlos, ese buen burgués que hizo experimentos con gaseosa, y poco más, muy lejos de su residencia londinense. Se habla del marxismo crítico, del de Groucho, de aquel que “partiendo de la pobreza, y gracias a su esfuerzo, llegara a alcanzar las más altas cimas de la miseria.” Se habla de Alejandro Sawa, que se habría lanzado hacia las estrellas, si no lo hubiera impedido la fuerza de la gravedad y sobretodo la pesadez del morapio.
Se habla de ese camino hacia la nada en el que con tanto éxito se halla inmersa la Delegación de Cultura de Sanlúcar.
Seguramente la edad le va secando a uno lentamente la memoria, pero creo recordar, aunque me cuesta, que hubo un tiempo en el que había conciertos de música clásica, de jazz, de rock, encuentros folklóricos internacionales, festivales de teatro, jueves de cine, publicaciones poéticas, como el Alaluz; tiempos en los que la Merced, la Victoria, los Patios, las Bodegas (las pocas que no se han transmutado por arte de magia en pareados) y las plazas de Sanlúcar servían para algo más que para adornar folletos, para cobijar desfiles de modelos y para ornarlos con la basura y las navajas botelloneras.
Yo no sé si la pobreza aguza el ingenio, puede ser. Sí sé que en la Delegación de Cultura hay funcionarios deseando trabajar, incluso creo que la propia Delegada desearía ver más fruto a su trabajo, pero se viven allí tiempos de aridez.
Por lo visto para llenar de estatuas y placas la ciudad se está sobrao, para poner y quitar paseos marítimos también, para cenas con alcaldes extranjeros y para viajes a Fitur cantidades, pero ¡Ay, amigo mío, para cultura no hay un céntimo!.
Al fin y al cabo ellos, los que mandan en esto de las finanzas, han sobrevivido y han llegado a lo que han llegado sin ella, pues para qué.
Ojalá que esté equivocado.
|