01 de Enero de 2009 |
Sodomía
Jota Siroco.- Desde el “Ultimo Tango”-¡qué antigüedad!-había fantaseado con la escena. La chica era joven y guapa, venía de lejos, de Surinán, quizá. El no sabía donde estaba Surinán, ni yo tampoco, pero el nombre ya era de por sí exótico y daba ciertas garantías de desconocimiento de la escena, de la famosa escena. La miraba como un lerdo, la roneaba como un pavo, la manoseaba como un ciego y la veía suplicando la sodomía.
Justo cuando sazonaba con salsa de arándanos la carne de bisonte a la nata madre, el rozó con su glande desnudo ese culo moreno que tanto y tantas tardes había deseado y ella, apenas sin sorpresa, siguió añadiendo arándanos al bisonte. Fue sin duda el bisonte mas arandanado del mundo. Pero…¡Maldita sea, alguien se había olvidado de sacar la mantequilla del frigorífico! Aquel taco helado en poco podía ayudar. Quizá tendría que esperar otros treinta años, justo cuando la surinesa, perdida la inocencia, hubiera aprendido a estampar sartenes entre los ojos.
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