1 de diciembre -Día mundial de la lucha contra el sida-Con este motivo, varias asociaciones de la Bahía de Cádiz, incluida también “AMUCOD” (Madres unidas contra la droga) de Sanlúcar, se concentran ante las Prisiones de Puerto 1 y Puerto 2. La razón de esta concentración es llamar la atención sobre la deficiente atención médica que con frecuencia sufren los reclusos, que ciertamente son privados de libertad por delitos presuntos o probados por sentencia judicial. Queremos, sin embargo, recordar una vez más a la sociedad y a los responsables de dichos centros, que el hecho de ser recluso no les priva de sus derechos como personas, entre ellos especialmente el derecho a la salud y a recibir la atención sanitaria debida, como cualquier otro ciudadano. Parece algo obvio, pero es forzoso recordarlo porque una cosa son las leyes y otra la realidad.
En las cárceles españolas con más de 70.000 reclusos, más del 50% es toxicómano, y de ellos un gran porcentaje es portador de VIH o ha desarrollado ya el Sida. Pero estos, ni siquiera son considerados enfermos a efecto de ser atendidos en módulos diferentes al resto de los demás reclusos. Por otra parte la enfermería tal como está, convertida en un siquiátrico, tampoco sería el lugar adecuado. Pero aparte de este grave problema no resuelto y sin perspectiva de que exista voluntad de resolverlo, está el problema de la atención cotidiana del preso común. Es frecuente que un recluso necesite atención médica horas después de la consulta y no podrá recibir atención hasta la siguiente semana. Pero lo más incomprensible es que algunos que están pendientes de hospitalización, para intervención quirúrgica, no puedan asistir a la llamada del hospital porque no se dispone de la guardia necesaria (Policía nacional, o guardia civil) que le vigile. Esta situación de control del enfermo durante su hospitalización, a causa de alguna intervención quirúrgica, se hace verdaderamente inhumana y contra los más elementales derechos del enfermo, cuando por comodidad de los que lo custodian, hacen que un recluso recién intervenido en una operación sea trasladado a la prisión, pocas horas después, dándosele de alta, contra la voluntad del médico, después de las doce de la noche y sin ambulancia. Situaciones como esta, no son tan insólitas, aunque tampoco sea lo diario. Es evidente que alguien debería poner remedio a estas situaciones que desdicen y contradicen a tanta proclamación y ampliación de derechos que no llegan a estos lugares donde residen, a veces injustamente, seres humanos de un país democrático. Por AMUCOD Manuel Gaitero Rosado
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