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30 de Enero de 2016
Las personas enfermas de Alzheimer en Sanlúcar se quedan sin asistencia
Podemos.-El viernes 29 de enero la asociación de familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias degenerativas (AFAENALSA) deja de prestar los servicios a estas personas, es decir, cierra las puertas. Esta asociación no puede continuar por presentar graves problemas económicos para continuar con este servicio. El estado de cuentas del año pasado arroja deudas insalvables y las trabajadoras ya llevaban un tiempo sin cobrar sus nóminas. Es decir las familias de Sanlúcar se quedan sin el único servicio para las personas afectadas por estas dolencias y para sus familiares.
Muchos de nuestros vecinos padecen algún tipo de enfermedad neuronal que los hacen cada vez más dependientes. Desde los servicios sociales públicos y sus instituciones, no disponen de la asistencia ni los cuidados necesarios mínimos que como ciudadanos se merecen.

A medida que la enfermedad progresa, las personas que sufren Alzheimer y otras demencias se hacen totalmente dependientes, con pérdida de movilidad y de control de las funciones corporales y mentales. La vida de los enfermos  y sus familias, sin ayuda ni orientación, se convierte en un verdadero infierno, y se da el caso que las “cuidadoras principales” acaban por enfermar también (las tareas del cuidado a personas dependientes recaen casi en su totalidad en las mujeres de las familias).

AFA ENALSA Sanlúcar es una Asociación de Familiares, creada hace 16 años ante la apremiante y creciente necesidad de cuidar y tratar a éstos enfermos. Desde los servicios públicos no existía, ni existe, un centro que preste  asistencia y tratamiento a las personas que padecen estas enfermedades y a sus familias.

Las familias que se encuentran en esta penosa situación, no tienen otra opción, ni alternativa que quedarse son sus familiares en casa, lo que aumenta la carga física y emocional para sus cuidadoras. Son 24 horas de cuidados intensivos. Estamos hablando de personas jubiladas que perciben bajas pensiones y de familias con recursos limitados.

Este centro ofrecía  servicios como: Psico-estimulación cognitiva, Apoyo psicosocial individual y familiar, Terapia ocupacional, Psicomotricidad, Fisioterapia, Control de enfermería, Transporte, etc. en horario de 9 a 14 h. Además cubría cuidados en los domicilios de las personas más afectadas. No era una Residencia de Ancianos, sino un centro más especializado, que se centraba en paliar y retrasar los penosos efectos que estas demencias producen en personas que, poco a poco, se acaban olvidando hasta de sí mismas. Además, a falta de servicios públicos, suponía la única ayuda favorable para las cuidadoras, ya que podían disponer de un respiro en sus agotadoras jornadas de cuidados, además de asesoramiento y orientación profesional para sobrellevar la enfermedad.

Aproximadamente, por último, se atendían a 20 personas de forma directa en el centro y 10 en sus domicilios, por un total de 14 trabajadoras (Psicóloga, Enfermera, Trabajadora social, Administrativa, Conductor y Cuidadoras).

A lo largo de estos años ninguna administración pública ha trabajado fehacientemente para que las personas afectadas mejoren su calidad de vida. Más bien  se ha planteado el problema, como si se tratara de una institución de beneficencia dependiente de la concesión graciable y paternalista del Estado y no como un derecho de la ciudadanía a una mayor calidad de vida y una obligación de los poderes públicos de velar por el mejor servicio que se le pueda prestar a los ciudadanos más desfavorecidos y vulnerables.

Defendemos la gestión pública de este servicio, pero ponemos en valor como los ciudadanos nos “buscamos la vida” frente a la pasividad de las administraciones públicas. Este servicio debería ser público, pero los enfermos no pueden esperar, su calidad de vida y la de sus cuidadoras se deteriora por momentos y se tiene que actuar.

Los familiares han manifestado una gran impotencia al ver lo poco que importa a los poderes públicos la calidad de vida de nuestros familiares. Siendo consciente de que esa inversión y gestiones que se necesitan serían posibles con un poco de voluntad política y dejando de lado los intereses partidistas y las acritudes personales. Lo primero es mejorar la calidad de vida de estas personas.
 
 
 
 
 

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