Con gran  despliegue de medios y expectación, que no  se repetían desde hace 15 años, acabó el segundo debate electoral televisivo entre los líderes de los dos grandes partidos que gobiernan España desde el 77.

Aunque se hurte a la ciudadanía un debate con mayor participación y la presencia de otros partidos minoritarios, por no hablar del debate andaluz que no existe,  este es sin duda un enfrentamiento del que casi nadie puede rehuir. Estas son las cosas del bipartidismo, o lo que es lo mismo, el pensamiento único, que más pronto que tarde nos proveerá de la ración necesaria de soma para vivir en un mundo feliz. Las ideas y propuestas de unos y otros conviven cercanas pero separadas de una gruesa línea llamada realidad y del 20 % del electorado que en el 2004 no les votaron.

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