Confesiones de Navidad

Leía en aquella juventud, ya lejana, un ensayo de José Luis Martín Descalzo, por título  “un cura se confiesa” Libro encantador que te daba ganas de volverlo a leer. Aquél sacerdote que tanto aportó como periodista a la Iglesia del Concilio de Juan XXIII y Pablo VI, los dos hoy en los altares. Martín Descalzo nos narraba su juventud en el seminario; su vida en Roma, en el Colegio Español; sus devociones...

 Hoy este fraile se confiesa públicamente, sin querer hacer un paralelismo y salvando las distancias entre Martín Descalzo y yo, este año quiero transmitir a los sanluqueños mi devoción a los nacimientos, a la iconografía del Divino Infante, desde que fui congregante del Niño Jesús en la Escuela de los Hermanos de La Salle. Con la novena mensual al Niño Jesús. Esta devoción al Niño Jesús ha seguido toda mi vida, centrándose más en los días cercanos a la Navidad. 

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Tomando como referencia siempre el evangelio de nuestro Señor, viviendo con San Juan en Prólogo 1-18; con  Mateo en 2,1-18; y en los textos lucanos 2,1-18. Todo lo que los evangelios nos traen de la infancia de nuestro Señor Jesucristo, siempre unido a la Virgen Madre y a San José. Así en toda mi vida me he adentrado en Dios que se hizo hombre para salvarnos, que se hizo igual que nosotros, en las Penas y las alegrías, excepto en el pecado, por eso cuando llegan nuestros días de navidad intento de vivir esa catequesis única que son los Nacimientos, para niños y mayores, unas veces se hacen de acompañar con fondos de villancicos, y otras en silencio, como en la noche Santa de Belén.

Siempre revivo en Navidad, las tardes-noches mágicas de las Noches Buenas con la misma devoción, aunque en distintos momentos de la vida de niño, con aquel Nacimiento ingenuo que montaba con aquellas figuritas de la Alpargatería de la Plaza de San Roque, allá en mi casa de la calle Trabajadero;  visitando el Nacimiento del Convento de Capuchinos, que realizaban los jóvenes coristas; aquella otra Navidad en el Convento de Córdoba con aquellos venerables capuchinos; o en Sevilla junto a la Divina Pastora, que solo la del cielo puede ser más bella, cuando el día de la epifanía nos da el niño a besar.

Pero si algo me dejó marcado fueron los días que pasé en Belén, en la Gruta, en el campo de los pastores.

Mi vida está unida a la Navidad desde siempre, he pregonado y he exaltado la Navidad en distintos sitios,  que me sería imposible enumerar.

No sé por qué siempre que me adentro en aquella letra de Antonio Gallardo,  tu Carita Divina: “... Y yo estoy viendo en la frente de mi Dios una corona de espinas”, me viene a la mente la imagen del Niño Jesús:“...ponerse tos a llorar que el niño que está en la cuna en una cruz morirá”,la verdad lo vivo delante de esta imagen que me transmite tanto, ese Niño Jesús bendecido en el Santuario mismo de la Virgen de Regla, por el Obispo Franciscano Fray Víctor de la Peña, que reside junto a la Virgen de Regla, en Chipiona.

Para mí, Cristo es “Alfa y Omega”, “Principio y Fin”, al que sigo desde niño con aquellas enseñanzas en las clases de religión de los Hermanos de La Salle, y en los Niños Cordígeros de San Francisco en Capuchinos.

 Mi felicitación a todos los sanluqueños por vivir la venida del Mesías a través de sus nacimientos. 

Paz y felicidad para esta gran familia que es Sanlúcar

Fray José de Sanlucar.

O.F.M. Cap.