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Adiós a Fray Alejandro de Málaga
 
 
 
 
 
 
 
Adiós a Fray Alejandro de Málaga PDF Imprimir E-mail
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15 de Julio de 2015
El último adiós a Fray Alejandro de Málaga.
El día 9 de julio asistíamos al entierro, a la despedida de Fray Alejandro de Málaga.
Un capuchino, hermano, amigo y artista en todas sus facetas. Pintor, escultor, poeta, toda la gama dela arte, pero si Fray Alejandro se distinguía en algo para mí, era el amor a los más necesitados.
Conocía a Fray Alejandro desde hacía muchísimos años. Lo conocí en aquella lejana juventud, cuando estaba en Jerez de la Frontera y venía a visitarnos al convento de Sanlúcar, y el Maestro de Novicios le daba permiso para estar con nosotros, que agradable, que simpático y que cariñoso. Aquel joven fraile transmitía amabilidad y cariño, siempre nos obsequiaba con caramelos que se traía de Jerez.

Después en los años en que estuvo en Sanlúcar de Barrameda, y cuando yo venía a Sanlúcar, a mi casa de vacaciones, todas las tardes lo visitaba. En su época de Sevilla, Córdoba o donde se encontrara, siempre me recibía con los brazos abiertos como auténtico hermano.
Pero si algo que ha dejado de llamarme la atención sobre Fray Alejandro es la caridad que siempre ha tenido con los pobres. Cuando él tenía ocasión ayudaba lo que podía. No era de estas personas que dicen “hago” o “doy tanto”, ¡no!, con Fray Alejandro no te enterabas, entraba en una casa y disimuladamente daba lo que podía, así era este buen hermano y amigo que nos ha dejado.
 
Sus últimos años de vida lo ha pasado en el convento de Capuchinos de Jerez de la Frontera, rodeado del cariño de los hermanos, pero muy especialmente de Fray Antonio Ruiz de Alba y de toda esa cohorte que están en torno a la comunidad capuchina jerezana, como son los devotos o esa Hermandad del Santísimo Cristo de la Defensión que, él conoció su cuna y su nacimiento.
 
Podíamos ver en la despedida a toda la Junta de Gobierno de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Defensión, su fundador el Dr. D. Francisco García Figueras; D. Juan Manuel Junquera, que tanto aprecio le tenía a Fray Alejandro; todos emocionados. Gentes venidas de Granada; su familia de Málaga, su cuñada Carmela que él tanto quería; como no, esa su otra familia de Córdoba, D. Juan Manuel Ayala, quien tanto cariño profesaba a nuestro Fray Alejandro, y su familia que de toda la vida se deshacían en cariño hacía él, su mujer Cocha, sus hijos, especialmente Alejandro, quien lleva dicho nombre en reconocimiento a Fray Alejandro.
 
No dejo de pensar que Fray Alejandro desde que falleció su hermano Paco el pasado mes de Agosto, quedó marcado. Y como decimos en los pueblos, ─porque me gusta utilizar nuestras raíces─ es como si lo hubiese llamado su hermano Paco, porque Fray Alejandro no fue capaz de aceptar la muerte de su hermano. Era imposible, cada vez que iba a su habitación, el día que me acercaba al convento de Jerez, siempre me hablaba de su hermano Paco y de su familia.
 
Él siempre ha tenido un ángel confortador a su lado personificado en la figura de Fray Antonio Ruiz de Alba. Fray Antonio ha cuidado a Fray Alejando desde que este vino de Córdoba, como dijo San Francisco: “...como una autentica madre espiritual...”
Fray Alejandro era una persona que vivía, no solo entre las paredes del convento donde estuviese. Por ejemplo, cuando estuvo en Córdoba se adentró en las raíces de esa “...Córdoba callada y sola...” como dijera el poeta. Él te hablaba de esa misteriosa plaza del Cristo de los Faroles junto a la Virgen de los Dolores. Y si hablaba de Granada se adentraba como se cita en esa frase tan bonita “...agua oculta que llora...”. Fray Alejandro llevaba también en su corazón a Granada, pues vivió de pequeño en ella y mas tarde cuando estuvo al cuidado de Fray Leopoldo de Alpandeire.. De su tierra, como dice la canción española “...Málaga la bella...”, también viajaba en su corazón.
No olvidemos que Fray Alejandro llevaba a Fray Leopoldo allí donde iba.
Dejó un recuerdo permanente en Sanlúcar con aquellos belenes que nos hacía. Precisamente hace algo más de un año, los belenistas de Sanlúcar encabezados por ese belenista que tanto quería a Fray Alejandro, Paco Campo ─que también acompañó a Fray Alejandro en su último adios─ nombraron un calle que queda como recuerdo y permanecerá siempre así: “Calle Belenista Fray Alejandro de Málaga”
 
Fray Alejandro era un auténtico andaluz, llevaba Andalucía en su corazón. Y yo apuntaría como dijo el poeta: “...que se vistan de luto hasta los picachos más altos”. Porque Fray Alejandro es digno, de que hasta las torres se vistan de negro.
Recuerdo y en este mundo andaluz entraba el alma de Fray Alejandro, que cuando a Joselito “El Gallo”, lo mató un toro en Talavera de la Reina, las columnas de los Hércules, los sevillanos la vistieron de luto. Cuando murió María de las Mercedes, aquella reina que pasó por Sanlúcar, hasta las fachadas de este pueblo se vistieron de negro.
Y yo, simbólicamente cuando paseo por estas calles de Sanlúcar o por la plaza del Arenal de Jerez, pienso que todo está de luto por la muerte de Fray Alejandro.
 
Habría que oír al Padre Rafael Pozo cuando contó aquel testimonio que siendo fraile joven en una inundación en su pueblo se llevó todo lo que tenía su familia y Fray Alejandro le mandó a la familia de aquel joven fraile 1500 pesetas, un dineral en aquellos tiempos. Así era el corazón de Fray Alejandro. Aunque tampoco podemos olvidar la sentida omilia del Padre Alfonso.
Fray Alejandro no tenía timidez para ayudar a los demás, cuando algún soldado de Sanlúcar o algún familiar que él conocía, necesitaba ayuda, hablaba con quien fuese para que ayudasen a ese pobre soldado.
 
Fray Alejandro tenía un sitio en mi casa de la calle Trabajadero, como lo tenía el Padre Alberto. Cuando dejamos la casa, este sitio lo heredó mi prima Regli y mi Primo Juanito, que acogían a Fray Alejandro cada vez que venía a Sanlúcar con esa ilusión como cuando iba por la calle Trabajadero.
 
Fray Alejandro era una persona que se daba a querer. Amaba la naturaleza, las plantas, las flores… Aún en su enfermedad salía a la pequeña terraza del convento de Capuchinos de Jerez, a regar las plantas. Creo que le invadía cierta nostalgia de aquellas huertas que él conoció en lo conventos de Capuchinos de Sevilla, Córdoba, Granada o Sanlúcar.
Para mí, él ha sido un adelantado a esta enciclica que ha escrito nuestro Papa Francisco, pues él veía en la Naturaleza, en las plantas, en los animales, en las personas, en los niños la mano del Buen Padre Dios.
 
Recuerdo que tenía tanta ilusión por tener una ovejita, que unos amigos de Sanlúcar se la regalaron, pero como en la vida pasa de todo, le prohibieron que tuviese la ovejita, y tubo que devolvérsela a esta familia. ¿Que de extrañezas vemos en esta vida?, pues nos comparan con las ovejitas de la Divina Pastora y cuando a él se la regalan, no se admite.
 
Tal era la visión de Fray Alejandro por la Naturaleza, que hasta de la hierba se enamoraba, a modo de como decía San Francisco de Asís: “...que en los huertos conventuales se dejase un trozo de tierra para que la hierba creciera por su cuenta...”
Así era Fray Alejandro de Málaga, un autentico seguidor de San Francisco de Asís, en todo, en el amor a las plantas, a los animales, a las personas, a la Virgen María; en el amor a la Eucaristía. En resumidas cuentas, en el amor a la Fraternidad Universal.
Que descanse en Paz, Fray Alejandro de Málaga y que desde el Cielo, nos tenga a todos presentes.
FRAY JOSÉ DE SANLUCAR.
 
 
 
 

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