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Cincuenta años coronada
 
 
 
 
 
 
 
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17 de Agosto de 2015
Para Isabel María Prada y para su señora madre, las modistas de la Virgen
Desde antiguo, fue piadosa costumbre en la Iglesia la de coronar las imágenes de la Santísima Virgen María. Era una forma de proclamar la realización del reinado de Dios en la mujer humilde del Evangelio, en la Madre de quien con tanta fidelidad siguió el camino redentor de su Hijo, a quien el Padre constituiría Señor y Rey del universo. Jesús, el Redentor del hombre, y María, la Madre del Redentor, unidos por la misma obediencia a la voluntad salvadora de Dios. De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes. Pero sabemos muy bien que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa al amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes. La corona que se colocó hace ya cincuenta años sobre la bendita imagen de Ntra. Sra. De la Caridad, está hecha de fe y de reconocimiento agradecido de sus hijos sanluqueños.

La Virgen María bajo la advocación de Caridad, fue coronada como Reina y Señora de la creación entera y no sólo de nuestro pueblo. Pero la mejor corona de la madre son sus hijos. María Santísima de la Caridad Coronada con el amor de quienes la invocamos como Madre y Patrona. María fue elegida Pura y Limpia desde el primer instante de su concepción. De ella nace Jesucristo. Ella siempre al lado de su hijo, particularmente en los momentos dolorosos, como la vemos en la Basílica Menor junto al Nazareno de inmensa bondad y a la Humildad y Paciencia de Cristo. Con la coronación de una imagen de la Virgen María, el pueblo de Sanlúcar, hace cincuenta años, reconoció la Caridad (amor) de tantas y tantas personas como, al mirar a María, siente crecer su fe, fortalecer la esperanza, llenarse de un verdadero deseo de vivir intensa y eficazmente la Caridad cristiana. La coronación de una imagen de María Santísima quiere ser una proclamación indiscutible de la fe cristiana. Aunque bien sabemos que la fe, ni se reduce, ni puede quedarse simplemente en una celebración espléndida. La coronación es un encendido homenaje a todos los pobres, a los que sufren, a los desposeídos de este mundo, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los misericordiosos y a los que saben perdonar, a los sencillos y limpios de corazón, a los que trabajan por la paz y a los que buscan con sinceridad caminos de justicia. Al coronar a la bendita Virgen de la Caridad, coronamos a todos los que, como María, buscan con sencillez el reinado de Dios. En la coronación de una imagen de la Virgen se manifiesta la esperanza y la alegría, que son como la luz que ayuda a encontrar, en la mina donde todo parece que son oscuridades, el mineral precioso de la bondad que siempre hay en el hondón de los mejores valores del hombre. Y es también una corona de alegría. Parece como si el hablar de la alegría llevara a superficialidad y, sin embargo, es algo muy comprometido, porque la alegría no puede venir sino por el camino del reconocimiento de que solo en Dios se encuentra la verdadera y completa armonía de los deseos. La corona que colocamos en la imagen de nuestra Señora de la Caridad es corona que significa: devoción, como la de la Virgen María que engrandece a su Señor porque cuida de los humildes; responsabilidad de mantener la autenticidad de una caridad que tiene su fundamento en las gracias que el Señor concedió a la que había de ser Madre del Verbo encarnado; escuela en la que aprender las nuevas generaciones lecciones tan grandes y entrañables de fidelidad a Dios, de imitación de Jesucristo, de devoción sincera y profunda a la Santísima Virgen María. Por todo ello, con gran devoción y fe, los sanluqueños acudimos a ti como la que nos guía y consuela. Todos postrados ante ti, queremos recordar esos cincuenta años de tu solemne coronación canónica en aquel marco incomparable de la Calzada, con el fondo del mar y cuando el sol se esconde tras las aguas de tu playa. Desde entonces, hace ya cincuenta años, y mucho antes de ser coronada, tú has tenido singular presencia en la vida y en la historia de Sanlúcar, lo mismo en los días gloriosos que en los aciagos de nuestras vidas. Cincuenta años coronada, pero más de cuatrocientos entre nosotros, desde aquel día que viniste a nuestra tierra de la mano de Pedro de Ribera Sarmiento. Tú, entronizada en majestad, trono del Hijo de Dios has sido y eres para Sanlúcar tipo, modelo y ejemplo de fe cristiana, de esa viva y profunda fe que fue semilla del Pueblo de Dios. Por todo esto, Señora, alabamos contigo a Dios el Señor todopoderoso, porque en ti y en su Iglesia obró grandes maravillas y contigo nos gozamos y nos alegramos en Dios nuestro Salvador. María Santísima de la Caridad Coronada, Madre y Patrona de Sanlúcar, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos e intercede con tu Hijo por este pueblo que te alaba en estos cincuenta años de tu coronación y otórgales a cada uno de ellos las necesidades espirituales y temporales que tú bien conoces. Quiero terminar con esos versos de tu glorioso himno: “Gloria bendita Madre, santa Patrona, Virgen llena de gracia y de bondad, es la joya más rica de tu corona, la perla de tu nombre es la CARIDAD”
Fray José de Sanlúcar
 
 
 
 

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