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El Padre Núñez
 
 
 
 
 
 
 
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04 de Noviembre de 2016
El Padre Luis Núñez
Nace D. Luis Núñez en Sanlúcar de Barrameda un día, 18 de enero de 1922. Su vida se desarrolla al amparo de unos padres cristianos, como lo eran Jerónimo y Mercedes.
Vivió una niñez llena de alegría dentro de una familia numerosa. Comienza sus estudios con los seguidores del Señor de la Salle, a los que él siempre recordaba en tantas ocasiones.
Como en tantas familias de la época, la Guerra Civil hizo estragos, en el transcurso de esos años de guerra perdió la vida como soldado, su hermano Jerónimo.
        
    Animado por la vocación sacerdotal ingresa en el seminario. Con un intermedio por el Servicio Militar como era costumbre de aquellos tiempos. Se ordena de sacerdote junto a D. Rafael Bellido Caro, quien sería con los años nuestro obispo en la nueva Diócesis de Jerez. Su ordenación fue el día 7 de noviembre de 1948, en la capilla del Palacio Arzobispal de Sevilla, por el cardenal D. Pedro Segura y Sáenz.
            Me contaba D. Rafael Bellido que su madre pudo ver la ordenación sacerdotal   a través de una ventana, ya que en aquellos tiempos se le daba más solemnidad a la Primera Misa. D. Luis cantó su primera misa en su Parroquia de Ntra. Sra. de la “O”, predicándole el también sanluqueño D. Rafael Rodríguez, que en aquella época era párroco en San Miguel de Jerez. Su primera parroquia fue en Cabeza Rubia, en la provincia de Huelva, lejísimo en aquellos tiempos. Allí marchó con la compañía de su hermana María Luisa y su sobrina Mercedita.
            En un libro de la historia del escultor Sebastián Santos, aparece el encargo que recibe por parte de D. Luis, de una Virgen de los Dolores para la parroquia de este pueblo de Cabeza Rubia. D. Luis sabía desde joven lo importante que son las imágenes para la devoción de los fieles.
            Después marcharía D. Luis a la parroquia del Carmen de Bonanza. Época en la que fue también profesor en el colegio Virgen de los Reyes. Más tarde pasaría a la parroquia de Nuestra Señora de la “O” como coadjutor, lo cual le permitía estar más cerca de sus padres, pues ya eran mayores. Después sería nombrado Rector del Santuario de Ntra. Patrona. En 1963 fue nombrado párroco de la nueva parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles.
            Como Rector de la Virgen de la Caridad al él se debe la Coronación ésta  Virgen. En el tiempo que paso al frente del Santuario sanluqueño, promovió varias reformas en el edificio.
            Para D. Luis, la Virgen de la Caridad fue siempre “faro, guía y esperanza”. Después con el tiempo sería párroco de Ntra. Sra. de la “O”, siguiendo también como Rector del Santuario Basílica de Ntra. Sra. de la Caridad. Arcipreste. Vicario General de D. Rafael Bellido. Presidente de la Unión de Hermandades y Cofradías. Director Espiritual de las Hermandades de Pasión y Gloria del Barrio Alto.
            Una vida entregada a su parroquia y al Santuario de la Virgen de la Caridad, además de ser  profesor de Religión en los colegios de la feligresía.
            A D. Luis le encantaba la luz y la alegría de nuestros campos, de Munive, de Maina, y otros tantos, un autentico sanluqueño.
            El 15 de Agosto lo vivía a tope. Ese día de María Asunta al Cielo, día de nuestra Virgen de la Caridad. O ese amanecer único del Viernes Santo sanluqueño junto al Señor, a Jesús Nazareno. Todo lo que fuese Sanlúcar era su vida. A los sanluqueños los quería de verdad, para él formaban parte de su vida.
            Después de muchos años supe que ayudaba todo lo que podía de su peculio personal a los más necesitados  o a las personas que les hiciera falta.
            Con la nueva Diócesis  de Jerez, D. Luis no abandonó sus lazos de fraternidad con el Clero de la Diócesis de Sevilla. Entre ellos el cardenal D. José María Bueno Monreal, hasta su muerte. Con el sacerdote, ya mayor, D. Servando de la parroquia de Sta. Cruz. Con D. Miguel Altillo Galán o D. Antonio Domínguez Valverde.
            Antes de venir de la Diócesis de Sevilla, conoció a Fray Carlos Amigo Vallejo. A quien trajo, él mismo, para dar unas charlas cuaresmales en el Santuario de la Virgen de la Caridad. Aquí comenzaron los lazos fraternos con nuestro querido cardenal franciscano. Una amistad con Fray Carlos Amigo Vallejo que permaneció para toda su vida.
            En ésta primavera pasada, asistía yo por la mañana a la misa del Santuario y, la verdad, lo veía tan bien y tan lúcido, pero todo cambió a partir del mes de Julio. Ya no se encontraba bien y venía muchas tardes al convento de Capuchinos para asistir a la celebración de la Eucaristía, con sus ángeles custodios, sus sobrinas.
            Siempre que voy por el Santuario tengo esa sensación de encontrarme con D. Luis, pero, ya no está. Aquellas misas de las mañanas; la Salve de los sábados o  tantas eucaristías con los devotos de la vida diaria del Santuario.
            Humanamente nos cuesta trabajo no encontrarnos con el hombre bueno, con el sacerdote. La muerte se lo llevó a finales del pasado mes de septiembre.
            En este momento se me viene a la mente ese texto del evangelio, -que si Cristo murió, ha resucitado y si resucitó, nosotros resucitamos con él-. “No busquéis  entre los muertos al que vive”
            Los sanluqueños tenemos en el cielo un intercesor ante el Buen Padre Dios  y la Virgen Madre y nuestros hermanos los santos, allí se encuentra nuestro querido D. Luis.
PAZ y BIEN
Fray José de Sanlúcar
 
 
 
 
 
 
 

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