Emotivo concierto sacro en el convento de las descalzas (Sanlúcar de Barrameda)
Chatono Contreras.-Hay quienes hacen a un lado la música sacra y la cultura porque piensan que no es importante. Pero claro que lo es, porque la música, la literatura, el teatro, todo eso, es lo que nos hace seres humanos. Si sólo vivimos para trabajar o hacer dinero, o buscar votos, aún no sé para qué, sólo somos mitad de seres humanos. Eso es lo que pienso.
Invitada por la Hermandad de la Oración del Huerto, y patrocinado por la Fundación Belcón; la soprano Dª Ana Troncoso acompañada magistralmente por Elías Oñate al piano, el pasado sábado 29 de abril que nos ofrecieron una gran interpretación El programa musical incluyó obras como: Quia respexit (Magnificat, de J. S. Bach) Aus liebe will mein heiland sterben (Pasión según San Mateo, J. S. Bach) Cujus animan gementem (Stabat mater, G. Pergolesi) Vidiit suum dulcem natum (Stabat mater, G. Pergolosi) O mio Signor ( G. F. Händel) Benedictus (Misa de San Juan de Dios, J. Haydn) Et incarnatus est ( Gran Misa en Do m, W. A. Mozart) Pie Jesu (Requiem, G. Fauré) Ihr habt nun traurigkeit (Requiem alemán, J. Brahms) Ave María (Ch. Gounod) Salve Regina (G. Puccini) Ave María (P. Mascagni) y un bis Ave María de Schubert.
Cantante y pianista lograron momentos musicales brillantes.
No me cansaré de decirlo y reivindicarlo, señoras y señores; sanluqueños y forasteros siempre es un honor y un placer poder disfrutar de la calidad de la soprano Dª Ana Troncoso, una de las mejores voces de nuestro panorama musical operístico. Vitalidad, ritmo, tensión y silencio. Eso nos dejó claro desde la primera nota hasta el final.
A los asistentes se nos abrió otra puerta… el bel canto. No lo puedo negar, Dª Ana lo lleva en la sangre, si alguien esa noche se preguntó que es el bel canto, lo aprendió al llegarnos cada nota con esa varita mágica que es su voz; esa alternancia, entre la respiración, la inhalación y saber hacer la pausa, con lo que se nace; fueron unos cantos que se proyectaron hacía cada uno de los asistentes individualmente. Cantó para cada uno. Eso era cantar, eso era la música; se habla de que el cante es la música, pero como les digo a mis alumnos: “Sí, sí, es el arte de combinar los sonidos, pero ¿Qué pasa con los silencios?” Quienes estuvimos allí aprendimos a valorar los silencios y descubrimos maravilloso mundo del sonido aprendiendo a escuchar a Ana y a Elías, ellos nos enseñaron el arte de ser receptivos.
Los asistentes al concierto aplaudimos con fuerza, con la que nos dio no querernos irnos de allí, hacernos fuertes y seguir escuchando a esa voz prodigiosa con ese escogido repertorio, en un lugar tan idóneo.
Estuvimos los que teníamos que estar, los que buscamos cada día un aprendizaje, los que no hemos oído y visto todo, los que no buscamos que nos vean. Esperé ver a alguien de los que hablan de cultura, pero no había logo ni de ayuntamiento, ni de circunnavegación; una pena que sólo promocionen lo que ellos creen que les va a dar votos, a los gobernantes y a los opositores.
Luego tomamos un buen vino, con unas pijotas, unas gambas, unas puntillitas y practicamos el arte de conversar sobre lo visto y oído. Gloria Romero, Cari Buzón, Margarita Asquerino, Rafael Pielfort y quien me guía en mis pasos musicales Diego Dávila…
Por cierto, la gente llegó tosida y no sonó ningún móvil.
¡Bravo Ana! ¡Bravo Elías!
