No sólo no condena la reprobable actitud de los okupas, sino que jutifica el uso de la violencia, algo muy grave viniendo de un cargo público como es el caso de Mestre, quien además demuestra su irresponsabilidad al hacerse hace eco de infundios sin haber realizado comprobación alguna para atacar al Ayuntamiento de Sanlúcar, como la falsedad relativa a la concesión de una vivienda. Si Mestre tiene conocimiento de los participantes en las agresiones a los que se refiere debería ponerlo en conocimiento de la Justicia, sobre todo teniendo en cuenta que ya tiene que responder próximamentre ante el TSJA por injurias.

Observamos que la memoria le falla continuamente, no se acuerda de cuando amenazaban a compañeros suyos con  los 'scraches' que es lo que manifestaba su partido: todo lo contario a lo que Mestre dice; es más, el PSOE se pronunció en contra de ello, y esperamos que lo mismo o en su defecto se pronuncie a favor de que agredan a los políticos.

En el PSOE, como ya ha manifestado el alcalde, debemos de diferenciar lo que es la patada en la puerta y el desahucio, que es lo que hace el PP,  y sobre todo lo que no prometemos, como hacían ustedes, es conceder “pisos pilotos” ¿recuerda Sra. Mestre? o quizás no, porque entonces vivía en su ciudad natal y no fue impuesta como candidata en Sanlúcar.

Y por último, si habla de transparencia e información por qué después de tanto tiempo aún no ha aclarado lo de los “zumos” del banco de alimentos, ya que su partido sacrificó a una persona que seguramente ni se enteró ni sabía nada de dichos zumos.  Ana Mestre debe dar la cada y aclarar a los ciudadanos lo que ocurrió.

Por todas estas cosas, pero en especial por su última intervención, Moreno Bonilla y Antonio Sanz, su defensor en la ciudad, deberían poner pie en pared y explicar a los militantes del PP que la patada en la puerta no es la forma de conseguir una vivienda tal como viene a encubrir Ana Mestre, y deberían llamar la atención a la candidata de Sanlúcar, o sustituirla, porque justificar violencia y ocupaciones no pueden ser de ninguna manera  los valores que debe defender un cargo público, y menos una aspirante a la alcaldía de una ciudad como Sanlúcar.