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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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17 de Septiembre de 2015
San Salvador, llora. (I)
José Antonio Córdoba.-Las aguas nerviosas del Betis; el levante tormentoso de la ribera; el sol implacable del sur, y la agonía humana, han hecho de esta fortaleza un acopio de piedras en la orilla del río Guadalquivir. Su estructura casi intacta se resiste a desaparecer, como así lo muestra una de sus garitas, que cortada al viento por la mitad, se mantiene en pie casi en el vacío desafiando a la gravedad natural de las cosas. La magia de la naturaleza abraza cada una de las piedras que conforman este baluarte. Quizás siendo joven en la historia, este macizo defensivo, se ha impregnado de la magia de este paraje natural vivo, en continua transformación como así lo demuestra la historia de los tiempos.

Desde el muelle de Bonanza hasta Montijo, San Salvador, el vigía de la ribera, permanece alerta ante la posible llegada de un enemigo, que jamás llegará. De sus muros se esperaban oír los atroces rugidos de los cañones, pero solo se escuchó silencio. Hoy solo el mecer de las olas alteran el silencio de este viejo militar olvidado. Se le ha comparado como, el hermano menor de Santiago, pero solo se ha contribuido a empobrecer la imagen de la orilla de nuestra localidad. Cubas de escombros, pasarelas de madera apiladas junto a él, es la primera imagen que nos encontramos tras leer un cartel, tan deteriorado como el viejo San Salvador, que informa al recién llegado: “Municipio de Sanlúcar de Barrameda-Baluarte de San Salvador (s. XVII)- Edificación de Interés Histórico”. ¡Interés!, ¿para quién? Solo la maleza ha tenido a bien dar vida a este olvidado de la historia de Sanlúcar. Abrazan sus lienzos, como buen amante dejándose caer sobre sus muros, trepando sobre ellos. En el interior una tupida vegetación hace alarde de sabiduría y contempla las vistas de Doñana. Como buenos soldados hacen vigilia, sobre su patio interior, pendientes a cuantos pasan por la playa o navegan por el río. Los humanos más jóvenes desconocedores de la Historia, juegan a los pies de sus murallas o, saltan y corretean, por lo que antes fuera patio de armas. Aunque inocentes no pueden reprimir disfrutar del legado que pisan y les rodea.

El texto anterior pertenece a mi artículo publicado el 8/09/2007. Hoy que vuelvo a rescatarlo 17/09/2015, su estado lejos de mejorar sigue empeorando, olvidos institucionales, falta de interés por parte de esos Señores, que se auto-proclaman defensores del Patrimonio Municipal, curiosamente no los vemos en este enclave u otros muchos de este municipio, entiendo que San Salvador no les ocasionaría beneficios económicos para su cartera o ego personal, a demás de sumar a lo anterior en poco civismo del propio ciudadano de a pie, que a hurtadillas expolia sus piedras.

A veces pienso que la Naturaleza es más sabia que estos animales que nos damos en llamar Seres Humanos y con consideramos “civilizados e inteligentes”. Decía de la Naturaleza, su gran acierto en querer sepultarlo bajo las arenas de la ribera del Guadalquivir, para que así por lo menos se preserve de estas criaturas de rapiñas humanas.

Que poco hemos aprendido de la historia de las grandes civilizaciones que usaron la piedra por su carácter casi eterno, digo casi, por que siempre llegará un hijo de puta humano y la destrozará, haciendo acopio de la gran ignorancia que acopia en su interior.

Por este motivo no concibo que para uno bienes patrimoniales “privados” aparezcan hasta debajo de las sillas de la mesas de los bares grandes defensores, cuando a otros le dan por completo la espalda.

A estos trajeados “señoritos” no los veremos con pala en mano, pancartas o en despachos de diputaciones y administraciones autonómicas o nacionales pidiendo su preservación.

Por ello aplaudo a las pocas personas que se preocupan de un enclave tan precioso y mágico, sin obviar su importancia histórica como es el Baluarte de San Salvador, y que como un servidor, en la medida de sus escasas posibilidades lo defiende a ultranza. NO QUEREMOS QUE ESTE BALUARTE ACABE COMO EL DIFUNTO CASTILLO DEL ESPÍRITU SANTO.

P.D.: El castillo del Espíritu Santo fue “engullido” por el río. Y creo que después de la ineptitud que rige en el equipo de Gobierno local y los perroflautas que les rodean, lo mejor que le puede pasar es que el Guadalquivir lo cubra con sus aguas para deleite de especies marinas, que a buen seguro, le tendrán más aprecio.

 
 
 
 

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