09 de Febrero de 2016 |
"A Marín nunca se le había visto especial preocupación por la regeneración de este sistema en el que él inauguraba pérgolas y aplaudía fuentes, pero tenía infraestructura y experiencia en la tibieza."
Las Ferias de la tapa como carrozas de Bob Esponja de la tortilla de camarones, los diplomas a escolares piscineros, las odas al catavino con acuarelas de pescador, los polideportivos con césped de belén, los eternos cursillistas del Windows, tristes y rezagados como el propio Bill Gates. Sí, ese olimpismo municipal de Sanlúcar lloró al perderlo todo cuando Juan Marín se fue a regenerar la democracia. Pasando de partido en partido y haciendo la mili reformista a base de encender la misma bombilla y presentar el mismo volquete, uno está ya preparado para cambiar el sistema. Lo que sigue a la banda de música es la revolución tranquila. Lo que sigue a gobernar con el PSOE y organizarle las verbenas es renovar la viciada política andaluza.Después de estar en AP y en el PA (demostración casi algebraica de su capacidad para voltearse), Marín, que llevaba la relojería familiar, fundó un partido independiente con esa ideología de los merceros, los dentistas y las agencias de viajes, que no es ideología sino azafatismo, y que fue durante años apoyo del PSOE local.
Cuando Albert Rivera tuvo que improvisar un C's nacional con figurantes y realquilados, Marín apareció como el perfecto botellín ideológico rellenable. A Marín nunca se le había visto especial preocupación por la regeneración de este sistema en el que él inauguraba pérgolas y aplaudía fuentes, pero tenía infraestructura y experiencia en la tibieza.
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