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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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13 de Noviembre de 2016
Los que lo "saben" todo
Para comenzar, decir que soy padre, y que uno de mis hijos, SI, practica deporte en un equipo.Para continuar, expresar que como padre me siento indignado ante la situación de un amigo, padre, profesor y ahora en una nueva etapa como entrenador de un equipo de pequeños.
Los que por un motivo u otro nos hemos acercado al mundo del deporte, hemos podido comprobar el “canibalismo” moral que una obstinada minoría de madres y padres muestran con el entrenador del equipo en el que su hijo juega. Un servidor ha sido testigo presencial de situaciones de este tipo, además de haber tenido la oportunidad gracias al programa de radio Sanlúcar Deportiva, de conocer de primera mano las vivencias sobre el terreno de juego, cancha, piscina, etc., de la actitud de “cafre” que practican los tutores legales de estos pequeños. Un inciso, “EL JUZGADO DEL MENOR, DEBERÍA DE VISITAR ALGUNOS DE LOS PARTIDOS QUE DISPUTAN LOS PEQUEÑOS, de buen seguro que a más de unos padres habría que quitarle la custodia de dicho menor”.
             
La madre o padre que se acerca a llevar a su pequeño/a para que entrene con el resto de compañeros, lo hace con la actitud elitista y discriminatoria de “EI/LA MIO/A ES EL/LA MEJOR”. Estos padres no entienden que el mundo de los pequeños se ve desde otra perspectiva. El niño busca y casi siempre lo encuentra, en el equipo, en el entrenador/a un apoyo, alguien que le ayude a ser persona, y no hablo de un Ronaldo o un Messi, ellos buscan sentirse parte de algo, de sentirse valorados, de ser útiles. Algo queridas madres y padres, que vosotras/os os lo pasáis por el forro de los pantalones. ¿Por qué lo digo?, pues muy sencillo, ¿cuántas/os dais órdenes al niño cuando entrena o juega?; ¿Cuántas/os dejáis al niño/a solo con su entrenador y compañeros y os vais a tomar fresco hasta que acabe el entrenamiento?; ¿Cuántas/os no estáis en el grupo de watshApp?; que por más utilidad solo sirve para poner a parir al entrenador/a; ¿Cuántas/os preguntáis a vuestro hijo/a que siente cuando juega con el equipo? Pero sobre todo y los más IMPORTANTE, ¿CUÁNTAS/OS DEJÁIS A VUESTRO HIJO/A SER NIÑO/A?
               
Las respuestas son obvias, pero aún así somos tan hipócritas que negamos ser así. Nuestra soberbia y ego nos sobrepasa. Nos creemos superiores al entrenador. Vemos las injusticias que comenten sobre nuestro hijo, pero no las de este sobre los demás. Nuestro hijo/a es siempre una víctima, del entrenador, que le tiene entre ojos; de los compañeros, que no le pasan; del contrario, que debería de pedirle, por favor, el balón. Mientras estas madres y padres del civismo, suele proferir todo tipo de insultos, improperios y gestos obscenos sobre el entrenador, árbitros, linier, jugador contrincante, etc.  Curiosamente estos que son los verdaderamente encargados de enseñar a sus hijos, normas de educación, convivencia, respeto, y el valor de GANAR y PERDER. Pero principalmente deben de enseñar que sobre el terreno de juego, solo importa su entrenador. Que sobre el terreno de juego, todos son amigos, tantos compañeros y rivales. Que deben de disfrutar cada segundo que están jugando. Que una vez se acaba la competición/partido, allí solo hay PERSONAS, diminutas PERO PERSONAS.
               
Recuerdo que no todas/os las madres o padres que tenemos a nuestros hijos en un equipo deportivo somos como los mencionados. Son una minoría MUY PORCULERA, pero que nuestro silencio solo perjudica a dos personas: A una, SU ENTRENADOR, pues es alguien que es   capaz de ayudar a nuestro/a hijo/a donde nosotros no llegamos. Que su labor es en la mayoría de los casos ALTRUISTA. Y por lo tanto como persona se cansa y deja la actividad. A la otra, a nuestros niños, pues llegan allí por interés, porque les gusta el deporte, el sentirse parte de un equipo, por hacer amigos, por tener alguien que no es PAPÁ o MAMÁ, que le habla como si lo fuera, que le escucha (y no le da un móvil para que lo deje en paz), le aconseja, le enseña el respeto con los compañeros (y que lo hace con 25 a la vez), le hace partícipe en la medida justa del triunfo, como del fracaso del equipo; le enseña a que un fracaso solo es un traspié, y la victoria, es efímera.
               
Así que la próxima vez que llevéis a vuestro/a hijo/a a entrenar o a jugar, comportaros como os gustaría que os trataran, pero sobretodo recordad: LAS FIGURAS ESTÁN SOBRE EL TERRENO DE JUEGO, no en las GRADAS.
 
 

.José Antonio Córdoba Fernández

 
 
 
 

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