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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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24 de Junio de 2018
El mar, la mar
A veces, solo a veces se nos olvida la grandeza de nuestro planeta, y este olvido se debe a que nos hemos habituado a entender solo hasta donde nuestra vista alcanza, en el mejor de los casos soñamos ver lo que abarca el horizonte.
Pero hoy con nuestra “globalización” y sabiendo a medias lo que hay más allá del horizonte, ´el mar, la mar´, sigue siendo ese lugar de mil mundos desconocidos, donde el misterio sumergido en sus aguas se amplifica de una manera tan exponencial que se nos escapa al entendimiento.
Esta masa inmensa de agua que tan bello colorido le da a esta esfera en el oscuro espacio, es el mayor tesoro con el que contamos, pero también la enemiga más atroz para la vida animal, incluida la nuestra, ya que es una de las mortales armas de la Naturaleza.

La mar, el mar´, albergue eterno de cuantas almas han muerto en sus aguas. Elemento de misterios y pasiones desatadas, cuna y fuente de mitos, leyendas y supersticiones, que han llegado a nuestros días, donde muchas de ellas aún están presentes en la mente de cuantos viven de la mar.
 
A la hora de buscar el origen de estas manifestaciones en la vida y sociedad humana, nos encontramos que es tan antigua como el mismo origen del ser humano. Ya desde aquel tiempo de la sociedad cavernícola, el ser humano necesitaba de encontrar algo que fuera capaz de hacerle superar sus miedos, de enfrentar temores físicos y mentales, estos últimos motivados por la incomprensión y desconocimientos de los fenómenos que les rodeaban. Por eso con el paso de las generaciones necesitó de poner “cara” a esos miedos y al ser superior que los enfrentara. Pero al igual que el ser humano ha ido evolucionando, paralelamente lo ha ido haciendo su concepto sobre sus miedos. Al mirar en el aspecto de la mitología terrestre observamos cómo esta ha ido en decremento, algo que no ocurre así en el aspecto de la mitología y miedos marinos.
 
El mar, la mar, sigue siendo esa gran desconocida que  observamos  en la distancia, donde su superficie se convierte en ese espejo, puerta que nos lleva a otro mundo, a otros muchos mundos, como viajar de un planeta a otro en el espacio. Así se dijo: “Como es arriba, es abajo”. “El mar, reflejo en la tierra del cielo”.
 
Pese a las nuevas tecnologías, la navegación asistida, los vuelos transoceánicos, estas leyendas siguen calando en marinos y navegantes de todos los países. En los pueblos de pescadores que aún se hacen a la mar en busca de un sustento, cada salida un rezo, cada rezo un deseo de volver a tierra firme mojados pero vivos. El hombre adulto en su subconsciente aún sigue siendo ese niño temeroso de monstruos, de bestias marinas que desde los abismo pueda alcanzarle para arrebatarle la cordura o en el mejor de los casos su vida.
 
Hoy las bestias marinas se han convertido en elementos de juego y explotación por parte del hombre. Quizás en esas ansias de sentirse superior, dominador de sus miedos, de ese entorno conocido pero a la vez sorprendente. Hemos pasado de ser hombres temerosos a intrépidos avasalladores.
Aún así existen héroes que siguen haciéndose a la mar, con las mismas inquietudes que aquellos primeros marinos. Hombres de una pasta especial donde cada latido, cada respiración es sincronizada con el oleaje, con la marea, con el brillo luminoso de las estrellas que lo guían…
 

José Antonio Córdoba Fernández

Investigador-Columnista-Escritor

 
 
 
 

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