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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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24 de Febrero de 2019
La mancha de una flor
Uno, que es de distraído pensar, va siempre mirando, a veces he pensado como en esa vida contemplativa de aquellos frailes que se hacinaban en estas arenas de la Sanlúcar del Medievo esperando embarcar rumbo a las Américas.
Alguien me dijo no hace mucho, “no es tanto el saber de todo, como tener el número de teléfono de quien sabe al respecto de lo que quieres conocer” Y esto no solo vale para una llamada, a veces, solo basta mostrar interés por un tema, por una persona, por un monumento, o algo tan simple pero hermoso como una flor.
A finales del verano pasado estuve en la casa del Duque de Medina Sidonia, y tras tomar un café, dando una vuelta por el lugar me sorprendió algo, que para ser sincero, mi desconocimiento en botánica es patente, me pareció ser una flor de lis o por lo menos, tenía esa improvisada actitud borbónica. ¡Eso fue lo que me sorprendió!, un elemento borbónico en la casa de los Medina Sidonia. `Perdona, será una broma de mal gusto´, fue lo que se me pasó por la mente en aquel instante.

Así que con una foto en el móvil, salí del lugar casi indignado, cual caballero que ha sido ofendido por un escudero.

Pasó el tiempo, y tras darle algunas vueltas al asunto, quedose en el tintero, pero no en el olvido. Quizás por eso de no atender yo a eso de cultivar plantas, y ser una de otras tantas cosas que me intrigan y me mantienen divagando.
 
Miguel es alguien, quien se define como un simple enamorado de la naturaleza. Una de las tantas veces que me lo cruzo por la calle, me detuve a platicar con él.           
Le puse en antecedentes y le enseñé la foto pidiéndole me aclarara la indignación sufrida. Ante lo acelerado de mi exposición, Miguel no tuvo por otra que salir riéndose. Entonces me habló, sobre que efectivamente era una flor de lis, una planta de las que llaman bulbosa. Le dije que estaba en un sitio que me chocó mucho por ser un elemento ofensivo cuanto menos a la casa de los Medina Sidonia. Él simplemente se encogió de hombros, alegando que la tierra es tierra, en el Barrio Bajo, en el Barrio Alto y en Moscú. Aunque al no ser de semilla, era obvio que su plantación no era accidental. Que no era una semilla pegada a la pata de un ave, depositada allí por casualidad.
 
Debió de notar mi mal humor, y entonces me mencionó que desgraciadamente no se atienden a las plantas como realmente se debiera. Una planta tiene un color propio, una simbología, una identidad dentro de ese entorno que llamamos jardín, y que no convive sola, sino que forma parte de un paisaje en el que se debe de integrar. La verdad es que, cuando encima se añade una vivienda o una estructura arquitectónica, ello no hace más que complicar la elección de plantas, flores o árboles. `Hay un mundo de simbolismos y significados que se deben de tener en cuenta a la hora de elegir una plata, y con más inri, si el lugar tiene una identidad propia históricamente´, finalizó la “clase”. Tras esta libre explicación, Miguel y yo continuamos con nuestros quehaceres.
 
Ya lo dijo la madre de nuestro Duque D. Alonso,  `que los Borbón, concretamente D. Antonio de Orleans, fueron unos ocupas de las propiedades de los Medina Sidonia´ ¡Una flor de lis, en la Casa de los Medina Sidonia!
 
Está visto y comprobado que la historia –como he referido en otros artículos- tiende a repetirse, y aquí, en la calle Condes de Niebla, es casi un vicio inconfesable esto de las usurpaciones. Ver como una entidad insubsistente, como es la Fundación pueda llegar a mancillar, una vez más el noble linaje de los Medina Sidonia, plantando o permitiendo la existencia de un elemento borbónico dentro de sus lindes como la citada flor de lis.
           
Sencillamente es lo que pasa cuando la CASA de los MEDINA SIDONIA, cuyo único Titular es el Sr. D. Leoncio-Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo, actual XXII Duque de Medina Sidonia, es habitada por ocupas, sin linaje, ni el entendimiento necesario de lo que ha significado para la historia Universal; y la presencia de los Medina Sidonia a lo largo de tantos siglos, en este rincón del Guadalquivir. Y sobre todo, lo que este detalle de la flor de lis chocará a los visitantes, tanto o más que a quien escribe.
 
Las líneas antes expuestas no tratan de menospreciar la labor del personal de jardinería que actúa en el Palacio de los Medina Sidonia. Pero si que deberían de tener en cuenta estos pequeños detalles.
 
José Antonio Córdoba Fernández
Investigador-Columnista-Escritor
 
 
 
 

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