Que ya era hora……era hora de que el termómetro empezara
a subir más y más, como el
olor a Semana Santa, porque es hora de que nos vuelva la fe y borremos desconfianzas, dudas, abulias, y desesperanzas.
Porque por lo menos nos queda, a las puertas, la primavera y el verano, cuando buscamos el sol, la morenez deportiva y triunfante, sin importarnos demasiado las sesudas advertencias sobre el peligro de la radiaciones y los riesgos de la piel.
Porque la piel ya la tenemos ajada, sometida, martirizada, flagelada y rota en mil pedazos, la piel de toro, la piel de cada uno, la piel del alma,la piel de la fe, de la fe en las cosas....
Lo necesitamos, digo que lo necesitamos, quizá por esta atávica atracción hacia la mar, donde los ciudadanos desparramamos a pierna suelta nuestros ánimos y disfrutamos transitoriamente de una efímera paz, dentro o fuera del chiringuito, pero al ladito…..
Y gracias a la Mar, porque , de alguna manera, nos lavamos en ella las manos de nuestras tensiones, de nuestras culpas, y relajamos en sus mil orillas esta existencia nuestra tan rellena de problemas, de normas y de ataduras. Y volvemos a salar, en ella, estos días, estos años tan insulsos y tan atosigados.
Volvamos a la playa, entonces, para tirar por la borda el corsé de tanto déficit y demasiada deuda, porque la playa y el calor nos devolverán, por lo menos, a la alegría que perdimos, a los baños a media tarde, a nuestros ligues de juventud o a nuestras hogueras de la noche.
Posiblemente estamos exagerando pero, como suele decirse, la gente en bañador y en la playa parece otra, es más, se vuelve otra. Imagínense si no a la Merckel, a De Guindos, a Rajoy , Griñán o al mismísimo Obama, proclamando y decidiendo nuestras penas o frivolizando sobre nuestros futuros a bordo del afamado triquini, meyba o bañador turbo, respectivamente, claro, siempre respectivamente y por orden de mención, claro. No, ellos entonces, no hablarían de política o de negocios, porque los negocios, estos malos negocios, son siempre para después del verano.
Y esto nos induce a pensar que la política es cosa enrevesada propia de los penumbrosos salones de invierno, y que por otro lado, las asignaturas pendientes, las del Euro, las de Bruselas, las de España, siempre se aprueban después del verano, en Septiembre.
En fin, que ojalá con la primavera estrenemos vida nueva , y que el renacimiento llegue, después de tanta poda, tanto injerto, tanta prueba y tanta libertad perturbada.
Sí,
la primavera es otra cosa, siempre será otra cosa, como un
cubo de agüita fresca, como un helado de
la Ibense, o de Toni, como un atardecer musical en aquella terraza de la atalaya del
Hotel Guadalquivir, o en las piscina del
Hotel Doñana, donde esperamos todos, esperaremos muchos, la llegada, la vuelta de nuestros navíos por el
horizonte de la broa, navíos esperanzados,
navíos de las especias, como las que volvieron con
Elcano.
Hoy, permítanmelo, os invitamos, a mirar al horizonte americano desde estas alturas de miras de Sanlúcar, porque quizá, como hace quinientos años, el futuro, el comercio, la prosperidad........ nos volverán a llegar desde América.