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11 de Mayo de 2013
 
 Eduardo Dguez-Lobato Rubio.-Estábamos enBonanza, el      puerto marinero de Sanlúcar… y los barcos estaban allí, amarrados en triple fila, rozándose las bordas.Y además cabeceaban con aquel complicado enredo de mástiles y jarcias a modo de selva indescriptible. Por la parte de acá las estachas convergentes llegaban a este borde del muelle, anudadas a los noray de hierro que semejaban hongos negros empotrados en el cemento. 
Enfrente, al otro lado de la dársena, otros seis o siete barcos solitarios, relegados      a algún extraño exilio, seguían amarrados a las argollas del malecón de abrigo. El malecón  emergía casi paralelo al muelle como el lomo musgoso, verdeoscuro de algún pesado monstruo sumergido. El viento olía a algas, a sal, a mar profundo.

Luego el corrillo con tres o cuatro marineros, y al lado cuatro corrillos más, en medio de la Lonja, y señalaban hacia las cajas alineadas en el suelo, junto al portalón. Eran once cajas de plástico azául, rectangulares, formaban como un cuadrado incompleto en una esquina. Tres eran de acedías, cuatro de chocos,  una de morralla y otra con aquel resto de langostinos….
Y el pescado parecíatamizado por una delgada, traslúcida película de hielo machacado.
 
Había trajín sobre la cubierta de los barcos, frente al portalón. Pasaban las cajas de mano en mano, a pulso por encima de las bordas y las colocaban sobre el cemento del muelle. Luego las arrastraban por las asas de cuerda hasta la Lonja y hacían sobre el suelo aquel racheo áspero y chirriante. Allí quedaban, adosadas unas a otras en perfectas alineaciones rectangulares o cuadradas según los lances completos de cada barco.
….La Lonja olía a pez vivo.
 
Empezaba la subasta y la gente iba hacia aquella cinta absorta y silenciosa, rápida y audaz,  y entonces las miradas se apretujaban alrededor de la pantalla. Sonaba como un goon, y luego ,la retahíla de números, aquel vertiginoso, automatizado discurrir de números hacia abajo:
- setenta y ocho, setenta y siete, setenta y seis, setenta y cinco, ….
 Al salir, las  gaviotas seguían ahí, inmóviles, suspendidas en el aire, y luego planeaban a contraviento y describían parábolas exactas
-Gaviotas en el huerto, vendaval en el puerto …
 
Lo decía aquel viejecito encogido, traje raído azul mahón, gorra negra y barba descuidada, cenicienta. El viejo miraba al mar, hacia la bocana de la barra. A Poniente, sobre la raya del agua, había como refilonazos rojizos entre los pegotones cárdenos del celaje. …
Saltaba el espumerío, blanco, blanquísimo, por encima del malecón y se oía el opaco chapoteo del agua entre las quillas de los barcos. Aquel marinero andaba como ajeno al bullicio, la mirada fija en su horizonte de siempre…. Y  las boyas cercanas enviaban guiños fugaces, aún casi imperceptibles a la última luz del día refugiada en el Oeste, allí donde el sol se hacía moneda escarlata cada tarde.
“Tener el barco a flote, sólo mantenerlo, cuesta más que un hijo y, encima, la pesquera, un desastre que a veces da pena….”
 
Apenas si había gente ya en la Lonja. Voces desperdigadas en el vacío de la nave zamarreadas de cuando en vez por el racheo estridente de alguna caja arrastrada.
Era el noray del norte, justo en la esquina de la última ampliación del muelle, y allí, se sentaba ahora aquél  viejo marinero, y se acordaba de muchos, de tantos, de los que ya no estaban….
…… El Cordobés, Paco el alto, El Bombo, Boquino, El Boina…..
¿ dónde estáis ?, decía……. Campero, Candi, Manuel Vidal, Chiquillo….           ¿  donde estáis …….
¿  Manigueta, Sirmeño, Caramelo, Poleá, Lucero, Flecha…..…¿ dónde, en dónde estáis….
 
El  se sentaba todas las tardes al pie del muelle, como al mismo borde de la verdad de las cosas, allí le rezaba a Dios, allí había visto la silueta de la Virgen del Carmen, y allí seguía pensando en la sinrazón de las cosas de hoy, en las injusticias de los precios, en las exigencias administrativas…
Porque los que legislaban, fuera de donde fuesen……… nunca se habían embarcado en estas faenas de la mar, nunca habían puesto rumbo hacia la bocana a las tres y media de la madrugada, nunca sabrían qué se siente en el cuerpo cuando se vuelve de la mar…. con las redes vacías……..nunca se enterarían de nada…de la verdad de las cosas….
       – ¡ Ay,  Virgencita del Carmen, a verquién nos cambia esto,
a ver….
 
 
 
 

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