La cara B de la Literatura Española  José Segura.-Graciosa y amena es la quema erudita de los libros de nuestro asendereado DQM. Todos mostramos un talante comprensivo en la ayuda del cura, personaje ilustrado y profundado en la lectura. Nos resulta casi conmovedor que algunos libros superen el apéndice expurgatorio de un manga verde en casa de hidalgo.
El enfermo yace apesadumbrado soñando futuras salidas, mientras la literatura de ficción está en el patio en una hoguera santa. Y me refiero justamente a la misma quema que han sufrido las letras españolas de la Edad Media y del Siglo de oro Judío de las letras hispánicas actuales. Creo que en un currículum como el nuestro hemos estudiado mil veces la vida y hazanas de Mío Cid, un mercenario al que le le daba lo mismo luchar con un rey cristiano que con un rey moro. Todos hemos hincado los codos con los Milagros de Nuestra Señora, el Conde Lucanor, La Celestina y demás obras que mandaba el Santo Ministerio Franquista -y Super Menéndez Pidal- como imprescindibles. Pero mira por dónde es necesario acabar una carrera de letras para estudiar lo que a uno le gusta, por puro placer, para descubrir que los que mandan en la elaboración de las listas de lecturas, los jerarcas de la legislación literaria actual, siguen siendo mangas verdes que censuran obras tan importantes como el Sendebar, La Carajicomedia, La Lozana andaluza y otras tantas, por no ser obras dignas de reseña. Adoro al disidente Luis Goytisolo que nos ha abierto los ojos cegados por la legislación vigente.
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