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Con la música a otra parte
 
 
 
 
 
 
 
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19 de Julio de 2016
Músico callejero conminado por la policía local en Calle Ancha a cesar su actividad artistica
"En Sanlúcar solo se promociona la manzanilla, las Carreras de caballos y las tortillas de camarones"
SD.-Así de contundente se expresaba el violinista Maksim Paliazhakin unos momentos después de deponer sus "armas", violín y acompañamiento electrónico, a la petición admonitoria de la policía local de la ciudad.
A las once de la mañana del pasado lunes, el viento de levante ya acariciaba en demasía los rostros de los viandantes que a esa hora pululaban por la calle principal de la ciudad de comercio en comercio en su cotidiana tarea o disfrutando de un refresco en las abarrotadas terrazas  de esta vía peatonal.
Alíi en el cruce con calle Colón, en un banco cerca de una conocidad entidad bancaria, un jóven, casi imberbe, ante una pequeño grupo de ciudadanos absortos, interpretaba a Antonio Vivaldi, notas  que virtuosmanete salían del violín del artista y músico de nacionalidad bielorrusa. 
No habrá casi ningún sanluqueño que en estos dos años no haya sentido a este violinista junto a la viola de otro compañero, tocar las piezas más conocidas de la múcia clásica de inmortales autores como las del trasalpino mencionado antes, así como tudescos, rusos y españoles, del repertorio habitual, y bien seleccionado, al ser los más conocidos por el público que lego en la materia, en su mayoría, poco le importa las autorias de las bellísimas piezas que allí se ejecutaban.

Embelesados estaban los bebés en sus carritos e imbuidos de la magia y el bienestar que unas notas trasegadas del pentagrama al instrumento musical ejercen sobre la salud mental en tan tiernas edades y atentos e interesados los adultos que vuelven a sentir una y otra vez el embrujo del sonido de los grandes autores.
 
No era el sonido de proselitistas cristianos anunciando a golpe de guitarra el amor de Cristo a la humanidad, no eran notas de un acordeón cruelmente manoseado por manos inexpertas, ni tan siquiera la atronadora música electrónica callejera que sufren los comensales y vecinos circundantes en Plaza del Cabildo y menos aún el sonido de la música que ilegalmente,también, sale de los altavoces de comercios circundantes para atraer a la clientela, ni el de los motores de furgonetas que atravesan la vía en horas no permitidas en esos mismos momentos.Nada de eso.Era solo música con mayúsculas.
 
Nada puede estar por encima de la Ley y este joven fue invitado a cesar de hacer eso, música, por una pareja de municipales que informó al músico de los motivos: No estar en posesión de la licencia municipal pertinente.
 
Varios de los ciudadanos presentes se indignaron por esta actuación de la autoridad e increparon a los dos policias cuando hacían su trabajo. Los ciudadanos fueron a su vez informados, por éstos, que solo se comunicaba al músico la imposibilidad de seguir  pero que no se le multaba.
 
Finiquitada su pequeña actuación, el violinista alegó a este medio, que desde hace dos años tiene solicitada su licencia pero no ha recibido aún la aprobación de la Gerencia Municipal de Urbanismo e igualmente cargaba contra los uniformados al considerar que la acción era un exceso de celo profesional, lo mismo pensaban todos los ciudadanos alli congregados.El joven artista  afirmaba, además, que la mayoría de sus compañeros (policías) no veían ninguna acción punible, ni tan siquiera informativa previa a la posible sanción, con el ejercicio de su profesión en la calle, pero insistía en que no quería eludir su responsabilidad de contribuir al erario público con el pago de una licencia.
 
Del mismo modo se preguntaba una y otra vez a quien molestaba o a quien hacia la competencia (aunque no estuviera en posesión de dicha licencia) cuando las calles de Sanlúcar están alfombradas de manteros con mercancía falsificada y así siguen.
El músico, que vive en Sevilla, nos confesó que tiene muy difícil volver a Sanlúcar -a la que solo le preocupa la promoción de la manzanilla, las carreras de caballos y las tortillas de camarones-, por el  fundado temor de ser multado por estos dos agentes, temor compartido por SD por hacer una foto, en el lugar de los hechos, a quienes solo hacían su trabajo y consecuentemente nada tenían que temer. Los sanluqueños tienen que saber como se gestionan sus impuestos aunque no se compartan las actuaciones para hacer cumplir las Ordenanzas municipales.
La Ley mordaza tiene estas cosas, que también coarta la libertad hasta al mismísimo Vivaldi, de ahí que solo acompañamos la foto del infractor justo después de su infeliz encuentro matinal con la autoridad competente.
 
Los sanluqueños y forasteros han perdido  el placer de seguir disfrutando la música clásica en directo que al menos les compensen de  los efectos de una ciudad ruidosa donde las halla, aunque pasos en positivo se den, como el conseguido por la delegación correspondiente, y su responsable, para la erradicación de la bárbara costumbre de anunciar “nuestras cosas” con estruendos pirotécnicos.
 
SD ha intentado infructuosamente contrastar con el ayuntamiento la información de la solicitud de  licencia del músico pero la transparencia informativa vuelve a sufrir los efectos colaterales de quienes son ajenos al interés general para preservar los propios.
 
 
 
 

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