Usamos cookies propias y de terceros que entre otras cosas recogen datos sobre sus hábitos de navegación para mostrarle publicidad personalizada y realizar análisis de uso de nuestro sitio.
Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK Más información | Y más
En las playas de Marruecos ( 3ª parte )
 
 
 
 
 
 
 
En las playas de Marruecos ( 3ª parte ) PDF Imprimir E-mail
Usar puntuación: / 0
MaloBueno 
26 de Octubre de 2008

Imagen activaSin comunicaciones

José Glez. Parada.-A pesar de la prohibición de utilizar la emisora de radio, el patrón trata de comunicarse con España para dar a conocer nuestra situación y poner en conocimiento del dueño del barco en el lío que estamos metidos.La comida que nos queda es la que se trajo de España y, esta es poca, nos han saqueado todo el pescado de la nevera y los artes de pesca se encuentran tirado en el muelle, tenemos que organizarnos para seguir adelante y sobreponernos a la situación y saber alguna noticia de España que pueda orientarnos pero, apenas comunicarse con el propietario del barco, el comandante de la lancha entra en el puente y de un fuerte tirón le quita el micro, desenroscándolo el cable de la emisora y llevándoselo sin ningún comentario.

A pesar de esto, el dueño sabe nuestra situación, al patrón le ha dado tiempo de darle una pequeña explicación y nos alienta para continuar adelante hasta que se aclare nuestro entuerto, pero no tiene todavía ninguna noticia del motivo del comportamiento de las autoridades marroquíes contra nosotros.

El jueves 18, por la mañana se presenta en el cantil del muelle un marroquí con un maletín negro buscando al patrón al que se presenta como nuestro abogado entregándole al patrón una cantidad de dinero para la compra de la comida y manifestando que toda las mañanas se pondrá en contacto con nosotros para saber nuestra situación además de entregarle dos pases para que dos marineros del barco puedan desplazarse todo los días al mercado a comprar lo más elemental  para comer.

En vista de esto, la tripulación se reúne en asamblea para designar a estas dos personas y la elección recae sobre Antonio Lagomazzini y yo, al parecer por ser los que más conocíamos la moneda marroquí ( el Dirham), y que desde ese día, hasta el final de nuestro cautiverio, todo los días nos desplazábamos al Zoco Grande de Tánger donde comprábamos según el listado preparado por el cocinero lo más necesario para subsistir, así como tabaco para todos, e incluso, una vez aprendido movernos por el barrio francés de Tánger, comprábamos  una garrafita de vino tinto para las comidas en un bar donde conocimos a su propietario resultando ser un español republicano huido de España recién terminada la guerra, y dejando alguna pequeña cantidad de dinero, justo para salir al cine algunas  noche.

Esto del cine era una odisea, algunas noches, cuando los centinelas de la lancha se encontraban más confiados hacía nosotros, salíamos los dos primeros compañeros que, una vez fuera del muelle, tirábamos los pases por la muralla hacía dentro para que salieran otros dos hasta que todos nos encontrábamos en la calle; para entrar lo hacíamos todos juntos.

Así fue como parte de la tripulación vio en diferido en un escaparate de Tánger cómo llegaba el primer hombre a la Luna el lunes día 22 de julio ya que éste acontecimiento se había producido el domingo día 21.

Hasta que una noche Antonio el patrón, habla conmigo para preparar una tarea que consistía en descubrir uno de los calones del arte de pesca nuevo para, después, una vez descubierto, poderlo embarcar entre todos y así salvarlo, pues el capitán de la lancha ha hablado con nuestro patrón y le ha dicho que a la mañana siguiente se los van a llevar de allí; éste está al tanto y ya ha cobrado por hacer la vista gorda.

El martes 23 de julio, con el achaque de no poder dormir en el rancho de proa, le pido permiso al centinela del muelle y me tiendo en el lugar donde tenía que descubrir el calón y, una vez descubierto, mientras el centinela se ha desplazado a bordo de su lancha. Al volver observa algo anormal y sin pensarlo me increpa con chillidos y me amenaza, a la vez que me golpea con la culata de su fusil en las costillas y me empuja hacía el barco al que llegué con la respiración entrecortada y maldiciendo al centinela y al patrón, y más cabreado conmigo mismo por querer salvar un arte de pesca que no era de mi propiedad.

Para colmo de desgracia, el miércoles 24 de julio por la mañana se presenta un soldado marroquí escoltado que, una vez llegado a la altura de nosotros, fue cogido por varios de sus compañeros y el capitán de una de las lanchas, y sin miramiento ni compasión, lo arrojaron a la cubierta de la misma golpeándole y empujándole a puñetazos hasta meterlo en el puente de su patrullera donde siguieron pegándole entre gritos y lamentaciones del mismo.

En las playas de Marruecos (1ª parte), ( 2ª parte )

 
 
 
 

Vídeos
históricos más vistos

Últimas entradas más leidas

 
 
 
 
© 2024 Portal Sanlucardigital.es
Joomla! is Free Software released under the GNU General Public License.
 
Síguenos en
       
Sanlúcar Digital  ISSN 1989-1962