Por eso hoy quiero, quiero hablar de dos palabras que si las pusiera en una regla, podrían tener el inicio en “cero” y el final en “infinito”, o quizás “infinito” fuera solo el principio de “cero”.
Como alguien que se tiene por romántico, hoy quiero, en estas fechas en las que se hablará, se escribirá hasta la saciedad sobre cómo eran, de cómo son las navidades. Hoy quiero rendir un homenaje a todas esas personas que por un motivo u otro, se ven negadas a recibir un abrazo, un beso, una caricia, o lo que para mí es la mejor expresión de nuestro lenguaje como humanos, un “TE QUIERO”
Te quiero, desde el cariño de un niño, al sentimiento más profundo entre dos almas, existe una variedad incuantificable. Pero nos hemos encasillado en agregarles tantas etiquetas a unas palabras tan hermosas y limpias, que hoy, un te quiero, es casi como si te atravesaran con una espada afilada.
Te quiero, desde verte para tomar un café, charlar, olvidarnos de nuestra rutina del día a día, hasta… un te quiero, para que estés a mi lado, que me abraces mientras curo las heridas de la lucha mantenida con mis miedos, hasta… un te quiero, en el camino de mi vida, para caminar juntos, hasta… un te quiero, de mi mano o yo de la tuya. Un te quiero…
En estos días de tantas postales cibernéticas, un TE QUIERO, es la mejor y más hermosa de las postales que podemos enviar, pero… si lo expresamos en un abrazo, en un beso, en un paseo cogido de la mano, en el calor de las sábanas de una misma cama, habremos conseguido no morir como personas, habremos conseguido no volvernos en un frío clip de móvil.
Que este año no se nos escape entre los dedos del olvido, sin un, ¡TE QUIERO!, porque lo mismo, el destino no te dará tiempo a terminar de leer estas letras.