Sanlúcar sigue perdiendo señas de identidad, haciendo que el visitante o el propio sanluqueño no sepa donde está y no reconozca esa ciudad con aromas de pueblo, señorial pero sencilla, en la que todo tenía otro ritmo, pero no se andaba hacia atrás
Antonio Romero González.-Aún recuerdo como en mi niñez, en estos días de finales de agosto o de principios de septiembre, justo antes de volver a la rutina poco deseada del colegio, se llenaban las calles de Sanlúcar, y en particular, las del Barrio alto, y El palmar, de camiones llenos de uvas, de olores inconfundibles de la prensa del bendito fruto de la vid, de juegos entre los restos del prensado quitándonos las moscas con las manos llenas de de azúcar que hacían que cuando llegásemos a nuestras casas, nuestras madres se echaran las manos a la cabeza y nos riñesen tarde tras tarde, porque en esa época no había para un bañador o pantalón corto para cada día, y en esa escasez se debatían ellas por dejarnos jugar o tener que comprar otra muda.
Ya hoy, la mayoría de las bodegas de Sanlúcar se han marchado del casco antiguo, salvo algunas excepciones que mantienen algunas de ellas para visitas de turistas. Otras muchas se han convertido en bloques de pisos, en centros comerciales o simplemente en edificios abandonados o solares, que esperan que algún especulador vuelva a tener el beneplácito de los bancos para convertirlos en dinero por plantas.
Sanlúcar sigue perdiendo señas de identidad, haciendo que el visitante o el propio sanluqueño no sepa donde está y no reconozca esa ciudad con aromas de pueblo, señorial pero sencilla, en la que todo tenía otro ritmo, pero no se andaba hacia atrás. Cuando vivía lejos de mi ciudad, me encantaba volver, no quería sentirme como un extraño, y la defendía a capa y espada. El paso del tiempo, me fue haciendo ver las cosas de otra manera. Existe mundo más allá de la carretera de El Puerto, de Jerez o de Trebujena. No somos el ombligo del mundo, más bien tenemos mucho que aprender, todos los sanluqueños, los de a pié, los políticos, las personas con alguna responsabilidad, en resumen todos. Hemos tenido y seguimos teniendo muy buenas materias primas gastronómicas, culturales y personales, hagamos todos un esfuerzo para hacer que todo ese potencial se convierta en realidad, y en unos años veamos y disfrutemos una ciudad más grande y bonita.
