Que existe el flechazo, no cabe la menor duda, pero ahora estamos viendo que se reduce a una afinidad de pareja cuyo final es el intercambio de fluidos genitales
A. Hernández.-Puede que en el pasado se pensase en el matrimonio como una institución social para proteger a la prole. Luego reverdeció la idea romántica que surgió como una reacción a los matrimonios impuestos por razones de conveniencia- y que no solían acabar en un desastre- porque tenían ese lazo, no romántico pero que ataba y se acataba por la dependencia económica.
A partir de los sesenta o algo más tarde, se empezó a cuestionar la institución matrimonial en lo que suponía una idea de compromiso que empezó a escasear a todos los niveles sociales. Y hasta hace relativo poco tiempo nadie pensaba que enamorarse o desenamorarse podía ser causa de divorcio. La pasión o su desaparición desembocaría en una ruptura. No queda nada. Ni un recuerdo a lo que fue una convivencia feliz. Se acabó el entusiasmo inicial, los días de vino y rosas.
Y los hijos, si han nacido, tendrán la triste idea de la desconfianza en el amor, el compromiso y lo que supone el matrimonio en sí. Porque en un modelo de sociedad en el que el poseer, dominar, sexualizando al máximo la relación; la falta de educación y delicadeza. El lenguaje soez y el mal gusto, hacen difícil una convivencia sana y limpia.
No hace falta ser un simplón pare ser bueno. Se puede ser simpático y ocurrente con buen gusto. Se puede ser gracioso sin ser chabacano que provoca la risotada y el palmoteo de una audiencia grosera.
La delicadeza, la educación y los buenos modales- incluida la vestimenta- son en sí atractivos, y no faltará quien a primera vista notará que ahí puede estar la persona con la que a mediano o largo plazo podrá compartir su vida. Algo que comenzó con un encuentro en un buen lugar, y seguro, casi seguro a una hora no demasiado trasnochada.No hace falta pensar en la clase de música, o del silencio; que muchas veces es la música preferida-