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Ermita de San Antón del Valle
 
 
 
 
 
 
 
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03 de Octubre de 2010
Obras en la ermita de San Antón del Valle de Sanlúcar de Barrameda           
La ermita de San Antón del Valle de Sanlúcar de Barrameda es un ejemplo de cómo no todos los bienes culturales son considerados y tratados como patrimonio cultural. En mi opinión el estado de conservación y de uso de la ermita no es el deseable y la causa de ese déficit, requiere ser analizada detenidamente. Ni el propietario, ni las autoridades competentes, ni los estudiosos, ni los ciudadanos han hecho lo suficiente para que la ermita se encuentre en un estado de utilidad plena para la comunidad a la que pertenece.
En favor del propietario hay que decir que la ermita no ha perdido su integridad física ni su uso: sigue ahí y sigue siendo un templo. En detrimento de las autoridades “competentes” es manifiesto que a nivel municipal la ermita no ha sido incluida en ningún Plan General de Ordenación Urbana como inmueble protegido, ni se ha instado a otras administraciones a tomar cartas en el asunto. San Antón no ha sido registrado en ningún catálogo del patrimonio histórico, ni español ni andaluz, por lo que a efectos legales es tan susceptible de derribo como una barraca de feria. Tan sólo está identificada con el código 110320081 en la Base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía (BDI), al que acompaña los siguientes datos:  
                                                        
            Denominación: Cementerio de Sanlúcar de Barrameda
            Código: 110320081
            Caracterización: Arquitectónica
            Provincia: Cádiz
            Municipio: Sanlúcar de Barrameda
            Tipologías: Cementerio /  Actividades: Entierro
            Descripción: Recinto amplio. Pocos mausoleos pero un lapidario abundante y espléndido             tanto parietal como en pavimento.
 
            En cualquier caso, que yo sepa, su inclusión en la BDI no implica ningún tipo de afección legal sobre la ermita, con lo cual, de poco sirve. Además es lamentable ver lo que las autoridades dicen de ella: obviedades. Por otro lado, tampoco se ha observado un interés por la ermita por parte de los especialistas, ni ha habido ni hay una conciencia ciudadana palpable sobre el valor de la misma para el patrimonio de la comunidad. Las únicas publicaciones científicas reseñables que hablan de la ermita, son las Fundaciones de Velázquez-Gaztelu, ¡del siglo XVIII!, y la Historia antigua y medieval de Sanlúcar de Pedro Barbadillo, ¡publicada en 1945!
 
            Pasando al ámbito meramente ciudadano, las únicas iniciativas que conozco han sido la redacción de un trabajo sobre la ermita por parte de Lola Hernándezy una visita didáctica al templo, ambas actividades en el marco del Curso de patrimonio del CEPER Mardeleva de Sanlúcar. También puede mencionarse la redacción de un artículo en la Wikipedia sobre el Cementerio de San Antonio Abad de Sanlúcar de Barrameda, donde recopilé y revisé el material disponible sobre el inmueble. Dicho esto, es evidente que la ermita es una gran desconocida para la mayoría de la gente que vive cerca de ella y, lo que todavía es más determinante, sus valores culturales no parecen haber levantado en el propietario, en las autoridades y en los especialistas demasiado interés. Tampoco los ciudadanos han generado un movimiento social en pro de un adecuado régimen de visitas, protección y mantenimiento, pues en general la gente desconoce su valor patrimonial.
 
            ¿Cuántos han entrado en ella? Pocos. ¿Quién sabe que era una ermita extramuros antes de estar dentro del recinto del cementerio? Pocos. ¿Quién sabe que conserva restos presumiblemente de principios del siglo XV? Pocos. Si preguntaras a un sanluqueño medianamente informado cuál es la construcción católica más antigua que se conserva en Sanlúcar, ¿respondería alguien que posiblemente sea la ermita de San Antón? Es más, ¿quién conoce con soltura el nombre o advocación del templo? Como mucho se podría hablar de la capilla del cementerio y poco más. ¿Acaso está siquiera rotulada? ¿Muchos han reparado en la belleza de su aprisionado y desfigurado pórtico? Sin duda hay personas que conocen esas facetas pero ¿podría decirse que alguna de ellas es archiconocida? Pues no. Sin embargo todo esto no quita el gran valor estético y cultural que tiene la ermita y su enorme potencial patrimonial.
 
            ¿Un bien en esta situación de olvido se puede considerar un elemento patrimonial? El debate daría mucho de sí y en él muchos confundirían “lo que es” con “lo que debiera ser”. Lo cierto es que la ermita de San Antón del Valle (¿qué lejana mente pudo ver un valle donde hoy sólo vemos la avenida del Quinto Centenario?) no está protegida ni legal ni moralmente, y eso es un problema. Porque yo no dudo de
la protección moral que ejerce su propietario, la Iglesia católica, pero el valor de la ermita trasciende el religioso, con lo cual no es suficiente el planteamiento de su legítimo poseedor.
 
            Las obras de albañilería que recientemente se están llevando a cabo en la ermita, en las que se han picado parcialmente sus paramentos interiores y reformado su cubierta, son necesarias para el decoro del inmueble y con ellas el propietario protege no sólo la integridad de su propiedad sino también el uso tradicional del edificio. No obstante, desde una perspectiva mas amplia, son a todas luces inapropiadas, porque San Antón no es sólo la capilla de un cementerio católico, sino un valiosa parte de la historia e identidad de Sanlúcar de Barrameda y hubiera sido necesario realizar catas en los muros antes de picar nada.
 
            Sin embargo, más allá de ese potencial, ¿forma realmente parte del patrimonio sanluqueño? Oficialmente no, y eso es un verdadero problema a la hora de hacer objeciones a estas obras o a cualquier otra intervención, incluido un hipotético futuro derribo; vete a saber, cosas peores se han visto. Las leyes de patrimonio vigentes formulan consideraciones generales acerca de la pertenencia al patrimonio de cualquier bien con interés cultural. Decir que los bienes culturales interesantes pertenecen al patrimonio, por así decirlo “de oficio”, ¿de qué sirve a la hora de la verdad? ¿De qué le sirve a San Antón de Sanlúcar?
 
            Lo interesante para mí es saber qué administración está determinando si en ese cajón de sastre entra nuestro San Antón. ¿Realmente alguien está haciendo esa labor? Me temo que no. Y así las cosas ¿qué se puede objetar a las obras que se han hecho si el inmueble no ha sido protegido legalmente? ¿Emitir una nota de prensa? Una más para la colección de cadáveres que, sin duda, también tienen su interés aunque, cuando “el paciente se te muere en las manos”, no consuele demasiado el interés que pueda tener en el futuro la crónica anunciada de su muerte.
 
            La Asociación Caepionis solicitó años ha la declaración del Alfar romano de El Olivar, en Chipiona, como Bien de Interés Cultural. Recientemente el Aula Gerión de Sanlúcar ha hecho lo propio con el conjunto de residencias veraniegas de la playa de Sanlúcar de principios del siglo XX. ¿Qué frutos se pueden esperar de estas iniciativas? Lamentablemente, parece que pocos. Me avergüenza profundamente que el Ayuntamiento de Sanlúcar y sus delegación de Urbanismo y Cultura no hayan tenido en las últimas décadas ni una sola iniciativa al respecto, por no hablar de otras obras y omisiones todavía más sangrantes.
 
            Personalmente, más allá de conocer el origen de las cosas, no me sirve de nada que haya una persona o un partido político al que echar la culpa de forma coyuntural. Hay responsables, por supuesto, pero sobre todo esto es un fracaso de nuestra sociedad. Lo cierto es que merecemos algo mejor y nunca llega. La gestión eficaz e imparcial de los bienes patrimoniales es parte de la economía de un país desarrollado. ¿Lo somos? Muchos estamos hartos de ver como tiran a la basura la riqueza que nos ha sido legada, en un vulgar acto de derroche que convierte lo valioso en inmundicia y que relega a los alarmados espectadores del expolio a la más profunda de las sumisiones y al desencanto.
 
Antonio M. Romero Dorado, CECONOCA
 
 
 
 

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