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Maestro ¡ qué palabra más hermosa !
 
 
 
 
 
 
 
Maestro ¡ qué palabra más hermosa ! PDF Imprimir E-mail
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12 de Octubre de 2010
Observo desde mi retiro físico y espiritual con preocupación y  tristeza,  los últimos acontecimientos acaecidos en un colegio de nuestra localidad
José Luis Glez García.-La figura del docente ha pasado de ser respetada y en ciertos momentos reverenciada, a ser vituperada y en ocasiones denostada y maltratada.
Por supuesto, del caso referenciado, por estar sub judice , evidentemente no voy a entrar en ningún tipo de disquisición y comentario.
Sin embargo, si quiero con este pequeño escrito enaltecer en su justa medida y forma, una profesión, que los que ya llevamos mas de treinta y tantos años en ella, sabemos que mil ingratitudes y malquerencias,  de  padres, de alumnos, incluso de tus propios compañeros, son recompensadas por una simple y llana muestra de reconocimiento a tu labor de cualquiera de tus alumnos. Por llamarte en la calle y decir simplemente esa palabra tan bonita como es “maestro”.
Los maestros y maestras, somos profesionales vocacionales, sin lugar a dudas.  Damos todo a los más indefensos, a los que más lo necesitan, a los que ven a su “señorita” como una segunda madre. Los que ven al maestro no como alguien que viene a enseñar unas cuantas materias instrumentales, sino como una figura que es a la vez padre y amigo. Que potencia y difunde unos valores desgraciadamente hoy en desuso y decadencia, como son la amistad, el compañerismo, la nobleza, el orden, la disciplina,  la limpieza, el esfuerzo, el respeto a los demás, que servirán para la formación integral de los hombres y mujeres del mañana.
 
Busquemos en los maestros/as nuestros amigos, nuestros confidentes. Los que somos padres sabemos que dejamos nuestros más preciado tesoro en sus manos, lo más valioso que tenemos. Tenemos que tener confianza plena en ellos. Ellos van a querer, sin que nadie lo dude, lo mejor para nuestros hijos. En la escuela ejercen de maestros, pero también de padres. Van a educar a nuestros hijos en valores, van a volcar en ellos todo su amplio bagaje de conocimientos  para que sean personas preparadas para una sociedad cada vez más exigente y competitiva.

Por todo ello el respeto a su figura y a su labor debe ser prioritario. Y por supuesto, en el seno familiar se deben impulsar unos valores que conduzcan a que la imagen del que enseña, tenga la consideración social que se merece, lo que contribuirá a acrecentar la autoridad y la confianza en el maestro.

 
 
 
 

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