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"Seño Diana", la otra versión.
 
 
 
 
 
 
 
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16 de Marzo de 2011
Ante la imposibilidad de poder comentar on-line los dos artículos, bajo mi opinión con información totalmente sesgada y carente de objetividad, escritos sobre Diana Arenas dejo aquí mi opinión sobre los mismos.
 Ignacio Enríquez.-Me gustaría empezar comentando un par de contradicciones en las que opino que ha caído el Sr. Córdoba en sus artículos sobre esta persona.
Nos relata que "no suelo ser persona de inmiscuirme en asuntos docentes, pero en cuanto se refiere a la educación de mis hijos no soy condescendiente", pues lógicamente, Sr. Córdoba, igual que nos pasa con el paro, el precio del petróleo o el tipo de interés impuesto por el el Banco Central Europeo; hasta que no nos tocan lo nuestro, no solemos inmiscuirnos.
Así mismo nos dice por un lado que la da las gracias a "la seño Diana" por haber permitido a su hija comportarse como lo que es, una niña de cinco años, mientras por otro lado nos explica cómo su hija, a la hora de imitarla en su casa, "pone a los alumnos tan firmes como si estuvieran haciendo la instrucción en un cuartel". ¿Cinco años? ¿Disciplina de cuartel? ¿En qué quedamos?
Nos transmite el Sr. Córdoba varias preocupaciones que le asaltan: una de ellas el temor de que su hija, de cinco años, pueda repetir curso. No creo que deba temer por eso, ya que a esa edad tengo entendido que no cabe esa posibilidad y, por otro lado, la tan exaltada y repetida profesionalidad de la "seño Diana" habrá hecho que su hija domine seguramente el mínimo exigible.

También teme la "barrera psicológica" que se van a encontrar los alumnos al encontrarse ahora con su tutora, cosa que ya sabían desde hace mucho tiempo ya que la "seño Diaña" vino a suplir una baja maternal y, por tanto, tenía fecha de caducidad, cosa que todos los niños sabían y tenían asumido.

Así mismo pide el Sr. Córdoba disculpas a Diana Arenas por las molestias que su artículo le haya ocasionado ante la dirección del citado centro. Pues bien, le puedo asegurar, Sr. Córdoba, que las molestias ocasionadas ante la dirección del citado centro han sido todas propiciadas por la propia Diana Arenas, como por ejemplo a la hora de no solo saltarse a sabiendas normas del centro, sino de jactarse públicamente de ello, a la hora de pegarle alguna que otra yoya a algún alumno, a la hora de saltarse a la torera cualquier recomendación por parte de padres o, incluso, de sus propias compañeras o por el hecho de haberse gastado en solo 6 meses más del doble de lo gastado el año pasado durante la totalidad del curso.
 
¿Sabía Ud. de los métodos utilizados por la "seño Diana", Sr. Córdoba".
¿Sabía Ud., por ejemplo, que si su hija, de cinco años, si no se portaba bien en clase iba al patio de todas formas mientras quien pagaba las consecuencias era otro compañero, igualmente de cinco años, al que la "seño Diana" había nombrado responsable de ese grupito?

¿Sabía Ud., por ejemplo, que si su hija, de cinco años, se metía un lápiz por la parte baja de la espalda la "seño Diana" confiscaba todos los lápices y pedía a todos los alumnos que al día siguiente trajeran otro nuevo, a pesar de tener ella una caja llena?

¿Sabía Ud., por ejemplo, que si su hija, de cinco años, se llevaba al día siguiente el lápiz al patio, la "seño Diana" volvía a exigir a todos los alumnos un nuevo lápiz para el día siguiente?
 
Estos tres ejemplos son reales, Sr. Córdoba, reales como la vida misma, y hay muchos más por el estilo.
Comprendo que Ud. estuviera encantado con todo eso, pero supongo que comprenderá también que habemos quienes nos alegramos de que se acabó el pagar siempre justos por pecadores. A la larga creo que la marcha de la "seño Diana" será positiva para su hija.
 
Tampoco era precisamente un ejemplo de compañerismo, la "seño Diana".
Si ha estado en alguna reunión se habrá dado cuenta que no dejó jamás pasar la ocasión para recalcar que los alumnos eran prácticamente cavernícolas hasta que llegó ella, la seño de la capital. No dejó pasar ocasión alguna para repetir una y otra vez el bajísimo nivel que traían los niños, dejando en no muy buen lugar el trabajo realizado por sus predecesoras.

Así mismo trató que echaran a otra compañera interina, a la postre "amiga" de ella de cervecitas y copitas, para que pudiera ocupar su puesto una vez finalizado su período de suplencia.
¿Y qué me dice de inculcarles a los niños que la "seño Sara" (al fin y al cabo titular de la plaza) es "mala" porque no quiere que ella siga en el cole?

Le puede preguntar a su propia hija si lo que digo es cierto o no. Al igual que le puede preguntar las veces que ha llorado en clase delante de los niños porque había llegado a sus oídos alguna crítica o porque la madre del niño "tal" (diciendo el nombre en alto, por supuesto) le había enviado una nota que no le había gustado nada.
Ignoro lo que le parece a Ud. todo esto, pero a mí me parece propio de una persona emocionalmente inestable, por decirlo de alguna forma suave, ¿o a Ud. le parece un ejemplo a imitar en casa, Sr. Córdoba?
 
Enfin, que me alegro muchísimo de la vuelta a la normalidad.
La barrera psicológica será mucho mayor para ciertos padres que para los propios alumnos, como ya he podido comprobar por lo que comentan a la hora de recoger a sus hijos, aunque dicho sea de paso, prefiero eso a quienes le dicen a Sara que se alegran muchísimo por su vuelta, cuando hace un cuarto de hora querían recoger firmas para retrasar su vuelta que, como las meigas, haberlas haylas.
Fdo. Ignacio Enríquez
 
 
 
 

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