"En España, la construcción del psoecialismo fue siempre anticomunista, nombre que es más fuerte que su contrario, dado que es evidente, incluso para el más tonto, que nunca se ha dado el comunismo...."
Daniel Lebrato.-Desde 2011, por lo menos, circula entre nosotros la palabra psoecialismo. Yo me he resistido a usarla por proximidad con psoez, que se le parece, y no he querido pasarme, por mi amistad con personas de simpatías o militancias en el Psoe que no tienen nada de soeces. Pero ahora tengo que hablar de psoecialismo para hablar de la construcción del psoecialismo, que podría confundirse con la construcción del socialismo, que es el empeño o el tránsito desde la sociedad capitalista a otra distinta. Para quienes quieren entender el río que nos lleva, han sido o son en distinto modo socialistas las experiencias por salir del imperio que fueron, en un grado u otro, Soviética, China, Cuba o Venezuela, el frente popular en España o la unidad popular en Chile. La política o los políticos que han seguido en la estela de los aliados y de Estados Unidos reciben el nombre de demócratas y la política o los políticos que han querido salirse de ella reciben nombre de estalinistas, maoístas, trotskistas, comunistas, frentepopulistas, castristas, chavistas o terroristas. Todo es seguir, o no, la voz de su amo.
En España, la construcción del psoecialismo fue siempre anticomunista, nombre que es más fuerte que su contrario, dado que es evidente, incluso para el más tonto, que nunca se ha dado el comunismo y, sin embargo, ha dejado una lista interminable de partidos o personas anticomunistas. Es como si Sancho Panza, para convencer a don Quijote de que los molinos eran molinos, hubiera inyectado a don Quijote una innecesaria vacuna contra los gigantes. El Psoe fue, es y será fuertemente anticomunista, lo cual, ahora que el comunismo no existe más que como análisis o como utopía, significa que es, ha sido y será contrario al cambio y seguirá siendo un partido conservador en el sentido literal de la palabra de conservar lo que hay: la Corona, la Constitución, la Otan, la Iglesia, las colonias españolas de Ceuta y de Melilla y las bases de Morón y Rota.
La construcción del Psoe como partido de izquierdas solo es creíble en comparación con otro más conservador: el PP, partido tan derechas que ni siquiera le ha salido, como a la derecha francesa, un frente ultra más a su derecha. Viene esto a cuento por el árbol Pedro Sánchez al que se arrima Podemos, la última construcción del psoecialismo. El debate de ayer en La Sexta demuestra en qué ha quedado Podemos: en que no podemos cambiar nada. Y yo, Pablo Iglesias, me presto al jueguecito de Atresmedia a la medida del Psoe. Ya le llaman bipartidismo a cuatro. La única voz no anticomunista y partidaria de salir del tiesto o de intentar salir, al menos, esa es la voz de Alberto Garzón o de quien se diga, Unidad Popular o Izquierda Unida. Los cuatro jinetes de tetrapartidismo no hicieron más que un triste papel con sabor a nada. Lo siento por Podemos. El Psoe se lo ha comido con micros y horas de audiencia. Qué lástima. Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, una opción tan clara, tan rica de aventura, como la unidad popular.
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