Fue a las 17 horas, de un día 17, del año 17
En una calle de la ciudad que me vio nacer, Barcelona, en que transité durante muchas ocasiones, por trabajo o por ocio, esas Ramblas de Barcelona, que durante las 24 horas del día 7 días por semana y sus 365 días, hierven de alegría, donde se unen culturas, donde no hay diferencias étnicas, allí donde el arte y la cultura es la protagonista; el amor al prójimo.
Donde a sus lados en sus estrechas y empedradas calles, presidido por su rey el mercado de La Boqueria, su dama y Reyna, la Plaza Real, allí en esas callejuelas donde mi adolescencia trascurrió en mi trabajo, en el mundo portuario.
Allí donde las damas de la vida, piropeaban a los transeúntes, mientras los bohemios demostraban sus tablas, entre cubatas de garrafón, arropados de un aroma especial entre mar, cocina, y…. no sé qué olor describir, que aún hoy lo tengo en mi ser, y que pienso nunca olvidaré, a pesar de la distancia que me separa de esta Andalucía, después de tantos años.
Ese maldito 17 alguien actuó en nombre de un Dios, con unas creencias que no muchos comparten,….. se cebó con gente inocente seseando con una máquina de hierro y cortando de raíz las ilusiones de muchas personas de diversas nacionalidades.
Solo espero y deseo que esa calle siga siendo la alegría, la cultura, y el amor al prójimo. Y como ha escrito mi amigo Edu, hay un ……….Pequeñajo, de tres años, el héroe, que cuida de todos nosotros, porque nosotros por muchos días que pasen no nos olvidaremos de él de ell@s.
Todos ell@s seguirán paseando y acompañándonos en esas Ramblas de Barcelona. Ahora más que nunca esa calle nunca estará sola.
Alfonso Martínez Fernandez