A los que sufren por los demás, y son tachados de imbéciles, porque son “cosas de la vida”.
Ya tenemos aquí el mes de diciembre, lleno de festividades, para celebrar que los grandes almacenes abren más tiempo de lo acostumbrado. Y que para ello tenemos que comprar a mansalva, sin necesidad y solo por una orden no escrita que cada año comienza, iluminando más de lo necesario, calles y edificios.
En ello el cura párroco del Palacio Municipal, no pone coto ni razón, para parar este dispendio absurdo.
Lo que antaño, era una cena o comida en familia, un belén, sin asociación, unos regalos por reyes, normalmente, lo que el receptor necesitaba, por un montón de trastos inútiles, que en cualquier otro momento del año, quizás sean más necesarios o más baratos.
Hemos perdido el control de nuestros impulsos. No somos dueños de nuestras necesidades. El pueblo más pobre, se va a comportar, como si no lo fuera. Hecho que quedara constatado por algún funcionario aburrido, que toma cualquier dato, para convertirlo, en incrementos de ventas, pernoctaciones, etc. con respecto al año anterior.
Que eso no tiene nada que ver, con panderetas, zambombas, y villancicos.
Que tampoco tiene que ver con los días libres, y horarios acortados, que los sindicatos, “consiguieron” alguna vez, como contraprestación a una huelga, reivindicación o queja, importante o no, y que deja los servicios a los ciudadanos, paganinis, desconsolados, huérfanos.
Derecha, izquierda, centro, pseudogobierno, pseudooposicion, todos dan por bueno, sin tan siquiera, una moción en pleno, para que los gastos superfluos que originan, se empleen en los que no pueden ir más que a un chino. Ni para aquellos que estos días, en pateras, trataran de llegar a esta orilla, por ver si en ella encuentran el calor y la esperanza.
También hemos perdido el sentido de la solidaridad, no de la caridad mal entendida.
Los curas predicando, con la boca pequeña, con un alfajor dentro, y deseando que alguien se le ocurra una procesión en lugar de la cabalgata de los viejos, que ya no pueden pelearse por un caramelo, ante tanta fuerza bruta y paraguas en su contra.
Lágrimas de los que están postrado en el dolor de una enfermedad en su casa, con una lagrima por la mejilla, al tener que escuchar de los demás” animo” “échale…”. Mientras desaparecen entre las luces multicolores.
A los que sufren por los demás, y son tachados de imbéciles, porque son “cosas de la vida”.
A los que escribimos de esto, con un nudo en la garganta, y con razón o sin ella, al final tenemos que admitir, que en el fondo, durante todo el año, hemos, de una forma u otra sido participes.
Suerte amigos, que lo demás ya viene solo.
Maestro Liendres