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Cartas de una sombra
 
 
 
 
 
 
 
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15 de Abril de 2018
El mundo de las Piedras:
José Antonio Córdoba.-Fría, inanimada, tosca y olvidada la piedra ha acompañado al ser humano en su evolución. Elemento tan afín a nosotros como lo puedan ser el aire o el agua.
Nunca me cansaré de hablar de ella, soy un enamorado de sus formas. Aunque no encuentras dos iguales, todas tienen algo en común, cuentan buena parte de nuestra historia, recordándonos que somos parte de algo más inmenso que nosotros mismos.
Los de a pie, consideramos las piedras como un elemento decorativo para fachadas; un obstáculo en el camino al que darle una patada; un proyectil que lanzar a contra una construcción, a un cristal, y como no, a otro individuo.

 ¿Cuántos no habréis transitado por la orilla de nuestras playas recogiendo conchas, y al ver una piedra, la ignorasteis?
¿Os habéis parado alguna vez a contemplar sus formas? ¿El juego de luces y sombras sobre ellas o su alrededor?, de buen seguro, ¡que no!
 
Sin embrago, hoy que nos afanamos en buscar nuevos elementos arquitectónicos más ligeros, elegantes e incluso biotecnológicos, la piedra sigue siendo el sostén de todos esos avances. En todos ellos la piedra en sus más diversas cualidades está integrada, a veces por necesidad de resistencia, por belleza o simplemente por añoranza.
 
La piedra, la roca tan abundante dentro y fuera de nuestro planeta, es un elemento suspendido en el espacio, el enemigo más temido en el orbitar de nuestro planeta, el elemento número 1, compartiendo puesto con el propio ser humano, que tiene índice el más elevado de probabilidades para acabar con nuestra existencia.
 
Pero lo que realmente me enamora es la historia que nos cuenta de nuestros ancestros, de los moradores de lugares tan dispares e inaccesibles que vieron en la piedra el elemento a incluir en sus vidas, a servirse de ella, a dejar en sobre elemento sus vivencias, victorias, derrotas, curiosidades e incluso su nombre.
 
La piedra tiene memoria, belleza y riqueza, la piedra es el Dorado, es el cielo, estrella del Universo en nuestro planeta, es agua, en definitiva es cuna de la vida.
 
Pero si existe un lugar donde la piedra se resiste a la codicia humana es en América del Sur (entre, otros lugares) Escojo esta zona por ser un lugar donde la piedra sobrevive cobijada y arropada por la naturaleza. Los distintos espacios que ocupara el ser humano en la antigüedad del sureño continente han desaparecido, o más bien, fueron recuperados y ocultados tras su abandono por parte del hombre. La selva en su necesidad de recuperar su espacio, ha ido cubriendo estas construcciones artificiales, preservándolas de nuestro afán destructor.  ¡Ay!, pero desgraciadamente la codicia humana en la mayoría de los casos, no ha tenido piedad y ha conseguido rescatar de la madre naturaleza estos enclaves pétreos. Egoís-tamente hablando, para deleite de muchos de nosotros.
 
La piedra es la esencia misma del ser humano. Es ese perfume que se te queda grabado de por vida en tu cerebro. Probablemente la esencia de la piedra la llevemos archivada en nuestros genes. Será por eso que ¿nos volvemos ‘polvo de piedra’ cuando dejamos de existir? de la tierra venimos y a ella volveremos...

 

José Antonio Córdoba Fernández

Investigador-Columnista-Escritor

 
 
 
 

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