La inmadurez de nuestro juzgar
José Antonio Córdoba.-El tiempo pasa, y nuestra sociedad no deja de ser un mero hazmerreír, bufonería de las mejores cortes de reinos del Medievo.
No paro de asistir a burlescos conceptos que en nada difieren de aquellos panes que lanzaran los gobernantes romanos a la plebe en los circos para aplacar el apetito físico de estos, mientras que en el mental lo hacían con actuaciones en la arena, para distraerlos de cosas más importantes y que les concernía directamente.
Aquí, en este desconocido país tenemos grandes ilustrados que se han abanderado en jueces y verdugos de tiempos pasados. Elementos que han encontrado en la ignorancia del colectivo social un filón para entretenerlos, y donde la plebe, da claras muestras de sentirse satisfecha con los panes y las actuaciones que en la arena de lo mediático se les ofrece.
Lo meramente político ya es de todos conocidos y no voy a hacer propaganda barata, aquí. En lo intelectual y educativo, bueno las pruebas son cada vez más evidentes. Pero si a ello sumamos esa enorme teatralidad que estamos viviendo con lo de la Memoria Histórica, apaga y vámonos, aunque para fugas ya tenemos las de nuestros cerebritos.
Estos días, donde aquellos que se autoproclamaron como los representantes del pueblo, se han convertido en el reflejo de aquellos extremistas a los que tanto criticaban cuando aún humeaba los desperdicios incinerados de un movimiento mal llamado 15 M, aunque, hoy creo que la M, en realidad era el diminutivo de ese elemento que excretamos todos, de nauseabundo olor y de moscas varias. Y no critico al movimiento, si no fuera porque solo sirvió para crear un partido político, olvidándose como llegaron al poder. Pero con eso, que lidien sus votantes.
Decía, que estos impresentables, y en este caso en la persona de la Alcaldesa de Barcelona, decretaba eliminar el nombre de otra calle, en esta ocasión le ha tocado a don Pascual Cervera y Topete, quien fuera almirante de la armada española, en los últimos años del siglo XIX.
Seguimos con esa prepotencia de sentirnos jueces de épocas pasadas, denotando una gran ignorancia, social y política, ya no solo de la época actual, sino de la pasada que se juzga. Es como si hoy juzgáramos a aquellos que de pequeño jugábamos a la pelota en las plazas públicas o en los patios de una comunidad de vecinos, porque hoy, ¡ESTÁ PROHIBIDO! ¡Si!, esa es la mentalidad que aflora en la Memoria Histórica.
Se ha hablado de las actuaciones y acciones de guerra que el Almirante Cervera llevó a cabo. La situación de las mismas, no eran las de hoy; la forma de pensar, no era la de hoy; la sociedad y la política no eran las actuales, por lo tanto, no podemos basarnos en preceptos actuales para juzgar lo pasado.
Creo que aún nos falta mucho que madurar para sentarnos a juzgar nuestro propio pasado, cuando aún no somos capaces de reconocer nuestros errores más recientes.