Que al día siguiente del día de la publicación de la sentencia, no se haya producido ipso facto, la dimisión y/o huida a otro país, del mariano, dice mucho o muy poco de dicha sentencia.

Cuando todos los encausados, algunos sentenciados, en este caso, y por añadidura de muchos otros, son todos hijos, hermanos, primos, queridos o como quieran denominarse, del partido de la derecha, produce un efecto- causa, casi automático.

Cuando la reiteración en las faltas, es continua y con ánimo de lucro, no es cartulina amarilla, roja directa. Penalti y expulsión.

Pero la justicia además quiere respeto para sí. Con estas sentencias, no están Uds. Sres. jueces, en condiciones de exigir ni pedir. Uds. deben de pedir disculpas y perdones a los ciudadanos a los que han que han engañado, en su sagrado deber de recibir e impartir justicia.

Que los que vivimos la dictadura, y luchamos por derrotarla democráticamente, veamos esto, nos avergüenza.

Sabemos de lo que es capaz la derecha, en su inagotable sed de poder y riquezas, hasta incluso la de producir una guerra entre hermanos.

Pero Uds., incluso sabiéndolo, como lo sabe la calle, han hecho lo mismo. Les han dado un cheque en blanco, para seguir campando con su prepotencia, y seguir lesionando en cada paso los derechos de los españoles. Los españoles del paro, de las necesidades, de los sufrimientos, del hambre. No los de las banderitas, himnos, gomina, de las iglesias, pingüinos y trotes cochineros. Esos no. Esos libres para que desde otro punto vuelvan a hacerlo. Las veces que quieran. Mandan ellos.

Cuanto la justicia no es una garantía, ¿que tiene el ciudadano para protegerse? Nada.

Las elecciones son un canto al marketing y a los altavoces y mítines gastosos.

Hemos perdido nuestra condición de ciudadano, para convertirnos en putas de cuartel. Nos han engañado.

Me viene a la memoria, una frase pseudorevolucionaria. Si los ciudadanos no hacen política, la política será hecha contra los ciudadanos.

He visto por la calle una decrepita democracia, pidiendo limosna para comprar medicinas.

Y mientras los taponazos del cava, se escuchan a los lejos….; y a lo cerca.

Pongamos un monumento al ciudadano caído, en todas y cada una de las rotondas de entrada de las ciudades.

Maestro Liendres